CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La nueva terna enviada por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, para integrar el espacio vacante en la Suprema Corte de Justicia de la Nación por la renuncia de Arturo Saldívar, significa un cambio no menor; antes bien, significativo y de gran calado porque abre la probabilidad –no sólo la posibilidad formal– de que en el Senado de la República se pueda configurar la mayoría calificada requerida para ratificar a una de las integrantes de la terna de referencia.
Si en la primera terna la figura de Bertha Alcalde era la opción menos cuestionable para los partidos de oposición por filias y fobias partidistas (no porque las candidatas carecieran de adecuadas prendas profesionales), en la actual las condiciones son distintas. En efecto, la incorporación de Eréndira Cruzvillegas facilita la negociación parlamentaria para alcanzar esa mayoría calificada, sin tener que llegar al extremo de que sea el presidente el que designe finalmente quién de la terna será ministra de la SCJN que debe ser la última opción y creo que esa convicción es ampliamente compartida.
Y es que no es para menos. Eréndira Cruzvillegas es una abogada experta en derechos humanos con un gran reconocimiento entre propios y extraños desde hace varias décadas. La conocí cuando fue directora del Centro Nacional de Comunicación Social A.C. (Cencos), una reconocida organización dedicada a visibilizar a grupos y sectores vulnerables que no suelen ser parte de las fuentes de los medios de comunicación, y desde ahí he seguido con interés su labor.
Después fue relatora para la libertad de expresión de la Comisión de Derechos Humanos del entonces Distrito Federal, donde escribió un interesante libro sobre la libertad de expresión en las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos con el doctor Sergio García Ramírez, quien fue juez y presidente de dicha Corte. Más tarde fue visitadora general en la Comisión Nacional de Derechos Humanos y es cercana al padre Alejandro Solalinde y su causa.
Se puede ver en Eréndira un hilo conductor que conjuga la defensa jurídica de los derechos humanos con la justicia social con apego a la Constitución y a las leyes, quien además no ha sido militante activa ni dirigente partidista, que en estas épocas de crispación ello abona a construir acuerdos en el Senado. Con toda convicción puedo afirmar que Eréndira es hoy en este asunto el centro de una teoría de conjuntos porque goza del respeto y reconocimiento de los más distintos grupos de la comunidad.
No tengo objeción ni cuestionamiento alguno para Lenia Batres y Bertha Alcalde, menos pongo en duda sus prendas profesionales, pero no creo que sean hoy las mejores cartas para generar la empatía que permita trascender las fronteras de la vida partidista y militante. De esta suerte, es de esperar que la fracción parlamentaria de Morena privilegie el perfil que pueda lograr la mayor aceptación posible entre el Senado.
De igual modo, es menester que los partidos de oposición evalúen por sus méritos a quienes integran la terna y no caigan en la posición facilista de que cualquier propuesta presidencial es mala per se y debe ser rechazada. La altura de miras y el interés superior del país reclaman madurez e inteligencia emocional. Esperemos que estas virtudes no se evaporen por intereses ajenos al público.
@evillanuevamx
ernestovillanueva@hushmail.com