“Meh”, una palabra que describe un sentimiento de indiferencia y desgano; esta expresión se ha vuelto un tema de conversación en diversas plataformas, muchas personas preguntan a diario “¿cómo dejar de sentirse meh?”, pero ¿qué lo causa? ¿Es simplemente una fase pasajera o algo más profundo? Por fin, los expertos han arrojado luz sobre esta sensación, y parece que es una forma de depresión conocida como Trastorno Depresivo Persistente (TDP).
A diferencia de la depresión mayor, el TDP suele ser leve y prolongarse durante al menos dos años, aunque en niños puede diagnosticarse después de un año de síntomas persistentes. Antes, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) se refería a esta afección como distimia, término que proviene del griego y significa “bajo estado de ánimo”, “mal humor” o “abatimiento”.
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¿Cuáles son los síntomas del “meh” o la distimia?
La distimia se caracteriza por una constante sensación de tristeza, aunque los afectados pueden funcionar en su vida cotidiana y experimentar breves períodos de normalidad. Los síntomas del TDP, según el DSM-5, incluyen la pérdida de apetito o el exceso de comida, problemas para conciliar el sueño y mantenerlo, fatiga, baja autoestima, falta de concentración, dificultad para tomar decisiones y sentimientos de desesperanza.
No obstante, la causa exacta del TDP aún no se comprende completamente. Se especula que podría estar relacionado con la producción reducida de serotonina en el cerebro, una hormona que influye en el estado de ánimo y trabaja junto con la melatonina, que regula el ciclo de sueño. Además, eventos estresantes o traumáticos, como la pérdida de empleo o una separación de pareja, pueden desencadenar este trastorno. Según los Institutos Nacionales de Salud Mental, el TDP también podría estar vinculado a enfermedades como la diabetes y el cáncer debido a la carga emocional que conllevan.
¿Cómo se trata el “meh” o la distimia?
Es importante destacar que el TDP es menos grave que el Trastorno Depresivo Mayor (TDM), que afecta a un porcentaje significativamente mayor de la población. La principal diferencia radica en la duración de los síntomas; mientras que el TDP requiere al menos dos años de síntomas persistentes, el TDM puede diagnosticarse después de dos meses. Además, el TDM tiende a ser más grave y conlleva sentimientos de inutilidad, pérdida de peso, inquietud y pensamientos frecuentes de muerte. También tiene un mayor impacto en las relaciones interpersonales, el desempeño académico o laboral y las responsabilidades familiares.
El tratamiento del TDP puede involucrar antidepresivos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y la terapia. Es fundamental buscar ayuda profesional si experimentas síntomas persistentes de “meh” o cualquier forma de tristeza prolongada, ya que la salud mental merece la atención que necesita. El “meh” puede ser un término de moda en las redes, pero detrás de él, puede esconderse una realidad que merece ser comprendida y abordada con seriedad.