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Sep
KAMITUGA, República Democrática del Congo (AP) — Desplomada en el suelo sobre un montículo de tierra, Divine Wisoba arrancó las malas hierbas de la tumba de su hija. La bebé de un mes murió de viruela símica en el este de la República Democrática del Congo en agosto, pero Wisoba, de 21 años, estaba demasiado traumatizada para asistir al funeral. En su primera visita al cementerio, lloró por la niña que perdió y se preocupó por el resto de su familia. “Cuando ella nació, fue como si Dios hubiera respondido a nuestras oraciones: queríamos una niña”, dijo Wisoba sobre la…