SAN DIEGO (AP) — Atónitos y entre lágrimas, los residentes de San Diego comenzaron a sacar muebles empapados y enlodados de sus casas el martes, un día después de que las lluvias torrenciales desataron inundaciones súbitas en lo que fue el cuarto día con más precipitaciones en la ciudad en casi 175 años, un panorama que contrasta con su reputación como un tranquilo paraíso a la orilla del mar.
El lunes se registraron 6.9 centímetros (2.73 pulgadas) de lluvia en la ciudad de las costas del Pacífico, la cual suele recibir un promedio de 5 centímetros (2 pulgadas) de precipitaciones para todo el mes de enero.
También fue el día de enero más lluvioso de su historia, según registros que se remontan a 1850.
“No hay nada que se pueda rescatar”, dijo Deanna Samayoa, quien pasó la mañana del martes abrazando y llorando con sus vecinos fuera de sus casas, rodeados por enormes pilas de escombros y basura.
Los vehículos fueron arrastrados mientras las personas huían entre los torrentes que atravesaban el vecindario de Shelltown, el cual se ubica cerca de un canal de drenaje. El diluvio también afectó varias otras partes de la ciudad. El hijo de Samayoa caminó con el agua hasta el cuello mientras ponía a salvo a un bebé, contó.
“Fue horrible”, comentó. “La ayuda no llegó lo suficientemente rápido”.
El gobernador de California Gavin Newsom declaró un estado de emergencia para los condados de San Diego y Ventura, los cuales se vieron afectados por las fuertes lluvias y oleaje que provocaron las inundaciones.
“La autoridad local es inadecuada para lidiar con la magnitud de los daños que causaron estas tormentas invernales”, declaró Newsom.
La lluvia cayó rápidamente en San Diego la mañana del lunes, sumergiendo calles y autopistas, suspendiendo la circulación, el servicio de camiones y tranvías, y tomando a muchas personas por sorpresa.
Los pronósticos indicaban 2.5 centímetros (1 pulgada) de lluvia en la costa y el doble de eso en las montañas.
“El agua nos llegó hasta el cuello en una hora”, dijo Anna Ramírez, cuya madre, María Hernández, también sufrió daños en su residencia a poca distancia del lugar. “Tuve que sacar a una señora del agua que no sabía nadar. Estaba gritando por su vida. Fue algo muy aterrador, muy traumático”.
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