Es poco probable que Petróleos Mexicanos (Pemex) produzca algún combustible para motores comercialmente viable en su nueva refinería Olmeca antes de que acabe el año, dijeron cinco fuentes, pese a la presión para que esté lista cuando termine el gobierno del presidente saliente.
El mandatario, Andrés Manuel López Obrador, inauguró la refinería con capacidad de procesamiento de 340,000 barriles por día (bpd) en julio de 2022 y construida en su estado natal, Tabasco, calificándola de crucial para la autosuficiencia energética de México.
Sin embargo, los retrasos en la construcción de la refinería en el puerto de Dos Bocas, cuyo costo se ha más que duplicado a unos 16,800 millones de dólares, significa que dependerá de su sucesora, Claudia Sheinbaum, intentar hacer realidad ese sueño cuando asuma la presidencia de México el 1 de octubre.
Apenas la semana pasada, el director general de la estatal Pemex, Octavio Romero, insistió que la refinería trabajaría “a plena capacidad” en julio.
Ahora, cinco fuentes familiarizadas con las operaciones dijeron a Reuters que era imposible cumplir esos objetivos y que se habían exagerado los avances de cara a las elecciones presidenciales de junio.
Ni Pemex ni la oficina del presidente respondieron a las peticiones de comentarios.
Dos fuentes con conocimiento detallado de las operaciones dijeron que los ingenieros seguían trabajando en partes separadas de la refinería y que después enfrentarán el reto aún mayor de unirlas.
Una de las fuentes, un ingeniero, describió este último paso como un proceso enormemente complejo y “agonizante” de ensayo y error que lleva meses.
La otra fuente, también ingeniero, dijo que en el escenario más optimista la primera de las dos líneas de producción de la refinería estaría lista entre octubre y noviembre.
“Técnica y operativamente van muy bien, el problema son las expectativas creadas”, dijo.
Añadió que la información compartida públicamente por los funcionarios no toma en cuenta “criterios técnicos” sobre el funcionamiento de una refinería.
Funcionarios de Pemex habían intentado demostrar que la refinería estaba operativa llevando un cargamento de un destilado con alto contenido en azufre a la refinería Olmeca para convertirlo en diésel de ultra bajo azufre (DUBA), pero éste no se produjo a partir de petróleo crudo, como está previsto cuando la refinería trabaje.
Las partes que aún necesitan desarrollo incluyen la planta de craqueo catalítico, donde las fracciones pesadas del petróleo se convierten en productos más ligeros, y la planta de hidrodesulfuración, donde se elimina el azufre a altas presión y temperatura.
Otro reto para los ingenieros será la planta de coquización, que procesa los residuales, según la fuente.
La refinería es, por mucho, el mayor de varios proyectos energéticos con retraso y las dos fuentes dijeron que México no seguiría adelante con los recortes de exportación de cientos de miles de barriles de petróleo crudo y continuaría importando diésel y gasolina en su lugar.
Ninguna de las fuentes dijo que la construcción de la refinería fuera intrínsecamente defectuosa y que es demasiado pronto para determinar cómo afectará el retraso a las finanzas públicas porque no se conocen los márgenes de refinación.
Expertos independientes sostienen desde hace tiempo que Pemex, motivo de orgullo nacional para muchos mexicanos, debería de haber invertido en la más rentable exploración y producción, en lugar de refinación.
Las fuentes señalaron que también existe preocupación por la premura con la que se está llevando a cabo el proyecto y por el hecho de que se haya exagerado su progreso por motivos políticos, lo que ha perturbado a los mercados.
En marzo, Pemex ordenó a su brazo comercial que cancelara las exportaciones de 436,000 barriles de crudo que decía necesitar para las refinerías nacionales. En abril, anunció recortes en las exportaciones de otros 330,000 barriles, sólo para dar marcha atrás poco después.
A mediados de mayo, Pemex sólo solicitó 16,300 barriles diarios de crudo para la nueva refinería Olmeca, apenas el 1% de lo que bombea la empresa estatal y menos del 5% de su capacidad esperada.
Una de las fuentes, un comerciante familiarizado con el programa de exportación, dijo que la refinería estaba tan retrasada que ahora ni siquiera era capaz de recibir una carga tan pequeña.
A pesar de ser productor de crudo, México importa la mayor parte de sus combustibles para motores. El año pasado, exportó crudo con valor de más de 31,000 millones de dólares e importó diversos tipos de productos de hidrocarburos -incluidos gasolina y diésel- por poco menos de 31,000 millones de dólares.
López Obrador, quien se ha empeñado en rescatar a la endeudada Pemex y hacer que México sea autosuficiente en energía, había prometido poco después de asumir el cargo a finales de 2018 que la refinería se construiría en un tiempo récord de tres años.
Las propuestas de varias empresas privadas fueron consideradas demasiado caras y López Obrador argumentó que los ahorros de su lucha para erradicar la corrupción harían que la refinería fuera más barata. El precio final, sin embargo, será mucho más alto que esas ofertas.
En otro revés para su agenda, las nuevas plantas de coquización destinadas a aumentar la eficiencia de dos refinerías más antiguas en Tula y Salina Cruz tampoco están listas, dijeron dos fuentes distintas.
Las otras refinerías de Pemex -incluida una que entró en funcionamiento hace 118 años- tienen dificultades para procesar eficientemente el crudo pesado Maya que bombea Pemex. Dejan al país con volúmenes de combustóleo altamente contaminante que son tan grandes que superan la producción de gasolina y diésel.
Un asesor de la virtual presidenta electa Claudia Sheinbaum dijo a Reuters en abril que su Gobierno buscaría reducir la ingente producción de combustibles de bajo valor de las refinerías de Pemex, al mantener los planes para renovarlas y en algún momento construir una planta nueva para procesar hidrocarburos pesados.