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Andrés Manuel López Obrador está completamente descolocado, fuera de sí, furioso y, en consecuencia, más cínico y torpe. Afortunadamente cada vez falta menos para que se vaya.
El pasado viernes durante su show mañanero, la periodista Jésica Zermeño de Univisión le cuestionó sobre el motivo de revelar el teléfono de Natalie Kitroeff, corresponsal del New York Times en México y quien publicó recientemente una investigación sobre los posibles nexos del narcotráfico con su campaña presidencial de 2006.
Desde las revelaciones de la Deutsche Welle y ProPública, López Obrador no ha cesado en lanzarse contra los medios, periodistas, el gobierno de Estados Unidos, sus eternos adversarios conservadores y como si estuviera en arenas movedizas, cada vez que patalea, se hunde más.
Bien vale la pena leer las frases íntegras de la versión estenográfica de la mañanera, porque palabra por palabra, se pinta solo, se descubre, se muestra. Y nosotros, por milésima vez reconfirmamos su talante, de qué está hecho y hasta donde van sus alcances.
“Ustedes son los más tenaces informadores o, mejor dicho, desinformadores, los más tenaces manipuladores”.
“Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política”.
“Ustedes se sienten bordados a mano, como una casta divina, privilegiada, pueden calumniar impunemente”.
“No exagere. Mire, si la compañera está preocupada porque se dio a conocer aquí su teléfono… Que cambie su teléfono, otro número, ya”.
“Y no caigan en la autocomplacencia, tengan capacidad para la autocrítica. Y bájenle una rayita a su prepotencia”.
Cinco frases que Andrés Manuel López Obrador debe decir frente a un espejo. Desinformador, manipulador. Nadie por encima de la ley, solo es porque se siente superior a la ley. Su “autoridad moral” está por encima de todo.
Cuando tomó protesta juró respetar y hacer respetar la Constitución y las leyes que de ella emanan. Hoy esa Constitución, según él, está cooptada por un Poder Judicial podrido, excepto cuando lo presidía un mandadero que obedecía sus órdenes.
Pinches periodistas chillones. Qué más da publicar sus datos personales. No pasa nada. Con que cambies tu número de teléfono ya es suficiente.
Cuando publica números, direcciones, pasaportes, denuesta, critica, insulta, se burla, de quien sea que no le caiga, todo está justificado. Cuando algún periodista lo cuestiona, son calumnias, son unos monstruos sin corazón que no piensan en él y en sus hijos.
Cuánta razón tiene esa frase: “no caigan en la autocomplacencia, tengan capacidad para la autocrítica. Y bájenle una rayita a su prepotencia”. Justo así, repítaselo una y mil veces.
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