Pickles, el perro que encontró la Copa del Mundo enterrada en un jardín

Pickles, el perro que encontró la Copa del Mundo enterrada en un jardín


CIUDAD DE MPEXICO (apro).- El 11 de julio de 1966, en Inglaterra, inició la disputa por ver qué selección se alzaría como campeona del mundo. El torneo concluyó el día 30 de ese mismo mes. Lo ingleses se coronaron por un marcador de 4-2 ante Alemania Federal, consiguiendo así su primer y, hasta el momento, único título mundial. Sin embargo, más allá del futbol, hubo un suceso que acaparó portadas en todo el orbe: el robo de la Jules Rimet, historia que incluye a un perro llamado Pickles.

El primer trofeo

Habían sido siete los Mundiales que antecedieron al de Inglaterra 1966 (Uruguay 1930, Italia 1934, Francia 1938, Brasil 1950, Suiza 1954, Suecia 1958, Chile 1962). Y durante cada uno de ellos la escuadra que lograba conquistar el torneo también coronaba tal hazaña recibiendo la preciada Cuope du Monde (Copa del Mundo), rebautizada como Jules Rimet en 1946 para honrar al entonces presidente del máximo organismo del futbol.

Dos años antes de que la primera competición a nivel de selecciones se disputara, Jules Rimet, quien fue el dirigente de la FIFA (Federación Internacional de Futbol Asociación) desde 1921 hasta 1954, encomendó al escultor francés Abel Lafleur la creación de un trofeo que se daría a cada campeón de dicho torneo. Esto durante un congreso celebrado por la FIFA en Paris el 28 de mayo de 1928.

En abril de 1929 nació la Coupe du Monde. El trofeo de Abel Lafleur constaba de plata esterlina enchapada en oro con una base azul de lapislázuli, medía 35 cm de altura y pesaba 3,8 kg, además de tener una base de mármol sobre la cual se incrustaron los nombres de los galardonados. Su diseño era una alegoría de Niké (diosa griega de la victoria), la cual contaba con alas estilizadas, y brazos levantados que sujetaban un recipiente con forma octagonal. El futbol tenía un nuevo símbolo.

Jules Rimet/Foto: FIFA

Salvaguardar el mundo del balón

Más allá del valor monetario que pudiera haber representado –en la actualidad no se ha precisado su costo–, se encontraba una cuestión de mayor peso: la victoria deportiva. En el Mundial de Francia 1938 el equipo nacional italiano consiguió alzarse con el título, y la FIFA permitió que la FIGC (Federación Italiana de Futbol) conservara el trofeo hasta que diera inicio el próximo cotejo mundialista, tradición que se conservar hasta ahora.

Sin embargo, el inminente choque bélico que se avecinaba por la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) obligó a que el vicepresidente de la FIFA y también presidente de la FIGC, Ottorino Barassi, se llevara en secreto el trofeo del Banco Nacional de Roma, donde estaba resguardado, y lo escondiera en una caja de zapatos debajo de su cama durante siete años, pues tenía temor de que el ejército alemán se apoderara de él.

Otra gran consecuencia de este conflicto fue el paro indefinido a toda actividad deportiva, de ahí que el siguiente Mundial en lugar de realizarse después de cuatro años como se venía haciendo, se llevara a cabo 12 años después.

Inició el espectáculo

La FIFA de inmediato se dio cuenta de la relevancia e importancia que su diosa de la victoria simbolizaba, por lo que comenzó a montar exhibiciones en los países sede, donde la estrella principal, por supuesto, fue la creación de Abel Lafleur.

En 1966, Inglaterra recibió el Mundial y con ello la exhibición, con cuatro meses de anticipación, de la Jules Rimet, para así servir de antesala ante magno evento. El 20 de marzo de ese año, el preciado trofeo era presentado ante todos los curiosos que acudían a un centro comercial ubicado en Westminster, Londres. Al día siguiente, los encabezados de los diarios anunciaban algo inaudito: “Inglaterra pierde La Copa del Mundo”.

Periódico: “Inglaterra pierde La Copa del Mundo”
“Inglaterra pierde La Copa del Mundo”/Foto: FIFA

El robo del siglo

Pronto se supo que, a pesar del gran número de elementos que habían brindado seguridad a la Copa durante las exhibiciones, la operación para su resguardo se reducía a un guardia de más de 70 años de edad, quien antes de hacerlo se tomó un descanso para cenar. Se presume que ahí fue donde llevó a cabo el robo.

Como si se tratara de una novela escrita por Ian Fleming, en Londres se vio uno de los robos más grandes de la historia del siglo XX. De inmediato la Scotland Yard (policía metropolitana de Londres) comenzó la búsqueda por doquier. Sin embargo, transcurrieron seis días desde lo ocurrido, en los cuales no encontraron ni pistas ni sospechosos.

God save Pickles

El 27 de marzo, a un mes del robo, a las 21:00 horas, David Corbett salió a dar un paseo al jardín de su casa en el barrio de Gyspy Hill, en Londres en compañía de su perro Pickles,

“Salió de la casa y se fue derecho a donde estaba el auto de mi vecino. No dejaba de olfatear así que cuando fui a ponerle la correa, me fijé y vi en el piso un paquete cuidadosamente empacado. Me agaché y recogí el paquete. Rasgué un pedazo del periódico que lo cubría y de repente leí: Brasil, Alemania Federal…”, comentó Corbett para la BBC de Londres.

Sin dar crédito a lo que sucedía, regresó rápidamente a su casa y llamó a la Comisaría de Policía de Gyspy Hill. Corbett fue quien llevó la Jules Rimet en su automóvil hasta la comisaria. “Pickles la vio primero”, mencionó en su declaración. El jefe de la Comisaría de Gypsy Hill ordenó que llevaran a Corbett a Scotland Yard.

“De repente me di cuenta de que yo era el sospechoso número 1”, mencionó Corbett. Días después, la policía nuevamente lo interrogó. Por suerte, “después de eso ya no sucedió más”. Y aunque la policía siguió buscando a los ladrones, jamás pudieron encontrarlos.

La BBC informó que la recompensa total por haber hallado el trofeo fue de seis mil libras esterlinas. Incluía tres mil de los aseguradores, mil del National Sporting Club, mil del Fulham FC y mil de la firma Gillette. Y Pickles ganó un suministro de alimentos por el resto de su vida. Por si fuera poco, la novela policiaca no pudo tener mejor final. Inglaterra se coronó campeona del mundo, redimiéndose así tras el robo de la Jules Rimet

“Fue gracias a Pickles que cambió mi vida. Me ayudó a comprar mi casa. Mi fiel amigo está enterrado en el jardín y, en las agradables noches de verano, salgo con una copa de vino, hablo con él y digo: ‘¡Salud, Pickles, y gracias!’”, David Corbett.

Después de lo ocurrido, la FIFA jamás ha vuelto a exhibir con tantos meses de antelación la Copa del Mundo. Cuando Brasil se coronó por tercera vez como campeona mundial, el máximo organismo del futbol mundial le ofreció la Jules Rimet para que –a diferencia de otras ocasiones— pudiese quedarse con ella por siempre. Y así nació una nueva Copa del Mundo.





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