Un día de marzo de 2019, de cuya fecha no quiere acordarse, el corazón de Osmar Olvera se detuvo durante unos minutos. De no haber sido porque un integrante del equipo de buceo vio que se desvaneció y su cuerpo se iba al fondo de la alberca ya no estaría en este mundo el clavadista que está llamado a ser la estrella de México en los Juegos Olímpicos de París 2024.
Osmar no había cumplido ni 15 años cuando la muerte se le paró enfrente. Cuando tuvo ese dramático episodio estaba recién llegado al equipo de clavados de la china Ma Jin que entrena en el Ceforma, las instalaciones acuáticas en la alcaldía Tlalpan, al sur de la Ciudad de México. Después del entrenamiento ella le pidió que nadara 100 metros haciendo apnea, es decir, conteniendo la respiración durante el recorrido.
La apnea deportiva es muy riesgosa porque la inmersión es a pulmón libre, pero es común en algunas disciplinas porque ayuda a la concentración y relajación muscular y mejora la capacidad pulmonar de los deportistas. Osmar acató la indicación, pero la distancia no le era suficiente. Por su cuenta y sin avisar a nadie decidió nadar 200 metros que no pudo terminar.
“Sólo recuerdo que vi la pared y dije: ‘Ya voy a llegar, dos brazadas más’. De repente me quedé dormido. Recuerdo que me levanté cuando me hicieron la reanimación cardiopulmonar y que saqué agua por la boca y la nariz. Mi primera reacción fue llorar porque estaba entrenando muy fuerte para una competencia y fue en lo primero que pensé. Más allá de lo que pudiera pasarme, yo estaba preocupado por si podría ir a mi competencia. Soy muy intenso en todo lo que tiene que ver con el deporte”, narra Osmar Olvera.
De aquel buzo anónimo tampoco nadie sabe el nombre. Es el héroe que le dio los primeros auxilios antes de que lo trasladaran a un hospital, a donde llegó con los ojos rojos, como ensangrentados, a causa de un derrame. Con trabajos respiraba. Sus pulmones seguían llenos de agua. Un día después los médicos le informaron que no tenía ningún daño grave, que se fuera a casa a descansar.
“Me dijeron que mi corazón se había detenido por uno o dos minutos, supe que pude haber quedado ahí, pude haber muerto. Fue difícil, pero creo que por algo pasan las cosas. Ahora estoy aquí y creo que vine al mundo a hacer clavados. Es un milagro estar vivo”.
Osmar Olvera Ibarra vio la primera luz el 5 de junio de 2004 en la Ciudad de México, pero volvió a nacer hace cinco años. Carga con el peso de ser el deportista con las esperanzas más claras de que México figure en el medallero olímpico de París, y le encanta saberlo.
Olvera evoca al clavadista Joaquín Capilla, la leyenda del deporte mexicano que ganó cuatro medallas olímpicas, dos de ellas en Melbourne 1956, tanto en la plataforma como en el trampolín. En su segunda participación en unos Juegos Olímpicos, Osmar Olvera habrá peleado –al momento de esta publicación– por dos metales, el viernes 2 de agosto en el trampolín de 3 metros sincronizados junto con Juan Manuel Celaya; y el martes 6 lo hará en la prueba individual.
En los sincronizados los rivales a vencer de México serán la pareja de China y la de Gran Bretaña, que prácticamente presentan la misma serie de seis saltos. En la individual la pelea estará con los chinos Siyi Xie y Zongyuan Wang, quienes ganaron oro y plata en Tokio 2020, sin olvidar al alemán Lands Rudiger y al británico Jack Laugher. Para subir al podio en cualquiera de estas pruebas las puntuaciones deben estar por encima de las 500 unidades.
Osmar Olvera tiene una mentalidad competitiva que raya en lo excepcional. Su talento e ímpetu lo han empujado a obtener excelentes resultados a su corta edad. Su objetivo máximo desde niño es derrotar a los invencibles chinos, quienes suelen ganar todas las medallas de oro, y generalmente también las de plata, que se reparten en las justas olímpicas. El mexicano no quiere simplemente una presea, anhela ser campeón olímpico.
_______________________________________________________
Fragmento del reportaje publicado en la edición 0014 de la revista Proceso, correspondiente a agosto de 2024, cuyo ejemplar digital puede adquirirse en este enlace.