Por David Ordaz y Rebeca Dosal
En una incontable cantidad de ocasiones hemos escuchado la mentira de Andrés Manuel López Obrador de que México tendrá un sistema de salud mejor que el de Dinamarca. Y lo increíble no es que lo siga repitiendo. Sabemos que es un mentiroso consumado. El punto es que lo sigue diciendo porque lo sigue creyendo.
Hace seis años, entre sus 100 compromisos vitoreados en el zócalo capitalino, afirmó que su gobierno establecería un sistema de salud de primer nivel, que sería, universal, gratuito y de calidad, con atención médica y medicamentos gratuitos, con médicos generales y especialistas, con diagnósticos en los centros de salud y el equipamiento completo para lograrlo, además del abastecimiento total de las medicinas que se necesitaran.
LO BUENO
Es cierto que un logro fue desaparecer el Seguro Popular vigente desde 2003 en el sexenio de Vicente Fox, pues se contuvo la inercia de un sistema encaminado a la privatización donde había inequidades entre los diversos sectores de la población, la atención de enfermedades traía consigo enormes gastos que solo cubría a niños hasta los 5 años. Esto agudizaba las brechas en la calidad de los servicios que se ofertaban.
LO MALO
Al eliminar el Seguro Popular se creó el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (Insabi), un organismo que tenía, entre sus muchos objetivos, desarrollar un modelo para atender a la población sin seguridad social donde los ciudadanos ya no necesitaban afiliarse y que todo aquel que no tuviera cobertura de seguridad social y requiriera atención médica, la recibiría.
También se buscaba impulsar a promotores comunitarios con una campaña de prevención de enfermedades, sin embargo, nunca se concretó una propuesta específica ni desarrollada. A esto había que agregar las diferencias en los equipos de alto nivel de las instituciones de salud que provocó cambios importantes.
Fue tan monumental el fracaso, que la creación y eliminación del Insabi ocurrió en el mismo sexenio. No tuvo que pasar mucho tiempo para darse cuenta del error y dicho instituto fue sustituido por el Organismo Público Descentralizado (OPD) IMSS Bienestar.
Diversos especialistas en el tema han coincidido en que la implementación del Insabi se hizo de forma desordenada y sin conocimiento.
LO FEO
“Nos llegó la pandemia con el peor gobierno”, se leía en decenas de notas y opiniones. López Obrador obviamente lo cambió a: “tan bien que íbamos y nos llegó la pandemia”. Lo cierto es que la aparición del COVID-19 fue otro detonante para la reconstrucción de un nuevo sistema de salud pues el ‘parón’ mundial obligó a posponer la agenda del cambio en el sector y también fue un distractor para que el gobierno se diera cuenta antes de que el Insabi no funcionaría.
EL VASO MEDIO LLENO
El IMSS Bienestar opera actualmente en 23 estados del país (los gobernados por Morena) y de acuerdo con la Secretaría de Salud, incluye el denominado Primer Nivel de atención (centros de salud, consultorios generales y unidades de medicina familiar) y el Segundo Nivel (atención ambulatoria, especializada y hospitalización), y también ya alberga los hospitales de alta especialidad, de Tercer Nivel.
El IMSS Bienestar brinda atención a 53 millones 24 4 mil 970 habitantes en esos 23 estados, a través de 11 mil 913 centros de salud y que beneficia a 84.8% de quienes no tienen seguridad social.
Según ha revelado su director, Zoé Robledo, se realizan acciones de promoción de la salud, deportivas, de prevención de enfermedades, recuperación y rehabilitación en centros de salud con equipamiento y medicamentos necesarios, personal capacitado: médicos, enfermeras, trabajadoras sociales, psicólogos, entre otros.
LOS NÚMEROS
LA MEGAFARMACIA VACÍA
Otro de los caprichos que llegaron desde Palacio Nacional, fue la construcción de la “Megafarmacia más grande del mundo”, un cascaron presumido por López Obrador que ha fracasado en su intento de solucionar el desabasto de medicamentos en el país, derivado de la falta de fármacos que padece y que él mismo provocó, junto a un equipo inexperto de funcionarios.
Al momento de su inauguración sólo contaba con 0.9% de su capacidad de almacenamiento y con datos al 1 de mayo, su operadora, Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México, S.A. de C.V., (Birmex), de las 95 mil 297 llamadas recibidas, solo abastece 2.7 recetas diarias. Esta mega bodega ubicada en Huehuetoca, Estado de México, sólo ha surtido 341 recetas.
VAPEADORES, UN EJEMPLO DE SALUD PÚBLICA
Hoy en día es normal entre jóvenes e incluso adolescentes menores de edad traer o comprar los famosos vapes o cigarrillos electrónicos con normalidad, ya sea por pertenecer o porque son realmente muy fáciles de adquirir, pues no contienen mayores restricciones al venderse clandestinamente en grupos de Whatsapp, por redes sociales o máquinas dispensadoras, en centros comerciales, restaurantes, etc. y además son desechables.
En un principio los vapes se utilizan para dejar el vicio del cigarro, sin embargo, hoy el vape es incluso más adictivo que el cigarro y la Organización Mundial de la Salud ya alertó sobre la amenaza que es el vapeo en jóvenes y menores de edad.
De acuerdo con un artículo de The National Institutes of Health, está claro que el vape no es solo humo con sabor, sino que al inhalar todas las sustancias químicas, psicoactivas y tóxicas que contiene se convierte aún peor que el cigarrillo, dependiendo el uso y frecuencia que cada consumidor le dé.
La encuesta realizada en el 2022 por Encuesta Nacional de Salud y Nutrición Continua, tan solo 500 mil jóvenes y adolescentes entre los 12 y 19 años consumen cigarros electrónicos o vapeadores, y es muy probable que esta cifra ya haya aumentado para este año.
Los científicos señalan con preocupación las consecuencias a largo plazo para los consumidores esencialmente jóvenes y menores de edad: ansiedad, depresión, afección en la memoria, disfunción sexual, problemas para dormir, exposición a sustancias químicas cancerígenas, bronquitis crónica, infecciones graves en los pulmones, entre otros.
El uso de vapeadores es un solo uno de los ejemplos que requieren atención y regularización, ya que, además de las muertes causadas por adicción al tabaquismo, crecerá la cifra de los casos mortales conforme aumente el uso de este producto en jóvenes, adultos y menores de edad.