Narrativas dogmáticas que apoyan crímenes de guerra

Narrativas dogmáticas que apoyan crímenes de guerra


Por: Nofret Berenice Hernández Vilchis*

Escribo estas líneas, llena de impotencia, frustración y tristeza. Tristeza porque el análisis que he realizado durante 23 años ahora se presenta como una realidad; frustración porque observo con preocupación el dogmatismo y radicalización de políticos y medios de comunicación hegemónicos que deshumanizan a una de las partes y sólo consideran importante visibilizar el sufrimiento de la otra parte; impotencia porque tengo amigos o amigos que tienen familia de ambos lados del muro; todo junto porque la limpieza étnica está a punto de convertirse en genocidio mientras los medios hegemónicos y los políticos del Norte global avalan este crimen de lesa humanidad.

Como me dijo un colega y amigo en esto días de intercambio constante por lo que sucede en Gaza, Cisjordania, Jerusalén e Israel “esto no es un partido de fútbol”. ¡No son las luchas en las que escoges a los rudos o a los técnicos! La complejidad de la naturaleza humana no se puede reducir a blanco y negro. Sin embargo, una narrativa dogmática –que se ha convertido en propaganda de guerra– ha sido repetida hasta el cansancio por los medios hegemónicos del Norte global. Esa narrativa prioriza el sufrimiento de los israelíes, mientras que invisibiliza el sufrimiento de los palestinos y los deshumaniza para justificar su exterminio.

Dejemos claro algunos puntos antes de continuar. Tanto el grupo islamista Hamás como el gobierno ultraderechista, supremacista y fascista de Benjamín Netanyahu han cometido crímenes de guerra. No todos los palestinos apoyan ni se sienten representados por Hamás, ni todos los judíos dentro o fuera de Israel apoyan ni se sienten representados por Netanyahu. Y no puede haber una guerra entre un grupo islamista y un Estado, los palestinos no tienen Estado, esto es un conflicto asimétrico.

En ese contexto de asimetría, en los medios de comunicación estadounidenses entrevistan a los padres de los israelíes asesinados en el concierto el sábado 7 de octubre, a esas víctimas se les pone cara y se muestran fotos de ellos cuando estaban vivos, jamás sus cadáveres mancillados por las balas de los extremistas. Mientras que de los más de mil muertos en Gaza sólo se muestran los números. Los medios de comunicación hegemónicos del Norte global no se interesan por escuchar a los familiares de esas víctimas y, en el mejor de los casos, se muestran sus cuerpos destrozados y cubiertos por el polvo de los escombros tras los bombardeos. Hay vidas y muertos que son más importantes para estos medios evidentemente.

Gaza lleva casi 17 años convertida en una prisión al aire libre que desde 2017 no tiene acceso al agua potable. Con el cierre impuesto por Israel en el cruce de Rafah que hace frontera con Egipto, más de dos millones de palestinos quedaron condenados a buscar el mar como única vía de escape. Más de la mitad de esta población, alrededor de 1.5 millones de palestinos de Gaza son refugiados y ahora se encuentran en la encrucijada de elegir entre dos opciones: quedarse a morir o buscar en convertirse en refugiados una vez más y no volver jamás a su tierra, si logran salir de esa prisión. Las autoridades militares israelíes anunciaron que cortarían el suministro de agua, electricidad y comida para tratar con esos “animales humanos” y aunque se refieran a Hamás, esto es claramente deshumanización.

Los gobiernos de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania publicaron un comunicado conjunto donde respaldan el derecho a la legítima defensa de Israel, condenan los crímenes de Hamás, pero no condenan el abuso de poder de Israel, ni su castigo colectivo a los palestinos por los atentados del grupo extremista, ni hablan del derecho a la legítima defensa de los palestinos. Una cosa es el derecho a la legítima defensa y otra muy diferente el castigo colectivo a una población por lo que hicieron un grupo de individuos radicales. El castigo colectivo es un crimen de guerra.

Mientras no se considere la raíz del conflicto, léase, 75 años de limpieza étnica del pueblo palestino perpetrado por los gobiernos israelíes, 56 años de ocupación militar de Israel sobre la población palestina que viola el derecho internacional, 30 años del fracaso del proceso de Oslo que ha normalizado un apartheid y que ha hecho inviable la solución de dos estados y décadas de violaciones sistemáticas y estructurales a los derechos humanos de los palestinos, la violencia y deshumanización mutua no tendrá fin.

Este conflicto no puede ser tratado de manera militar, se necesita una solución política. En ese espacio, comprendido por Israel, Gaza y Cisjordania, viven 14 millones de personas: 7 millones de judíos israelíes y 7 millones de árabes palestinos musulmanes y cristianos. Ambos pueblos son semitas, ambos pueblos hablan lenguas semitas, no son tan diferentes, pero el gobierno supremacista de Netanyahu insiste en diferenciar entre judíos y no-judíos. ¿Es un crimen que los palestinos no sean judíos? En ese territorio convivieron bastante bien judíos, cristianos y musulmanes antes de la llegada del sionismo, que es el nacionalismo de los judíos de Europa que huían del antisemitismo en ese continente.

Podría continuar enumerando a detalle cada una de las violaciones a los derechos humanos de los palestinos por Israel, sus aliados y los medios de comunicación hegemónicos que se han convertido en propagandistas de la narrativa israelí. Por falta de espacio para este tipo de publicaciones me limitaré a enunciar dos últimas ideas.

Una solución política requiere tomar en cuenta que este Estado apartheid debe convertirse en un estado binacional en el que, quizá a través de una confederación, se respete el derecho de todos los habitantes sin importar su etnia o religión.

Para ello es necesario impulsar una narrativa que incluya el sufrimiento de ambos pueblos; tanto palestinos como israelíes han sido víctimas, históricas incluso, de crímenes de lesa humanidad y eso puede ser un punto en común.
Mientras esto sucede, yo acuso a los medios de comunicación hegemónicos, a Joe Biden, a Emmanuel Macron, a Olaf Scholz, a Giorgia Meloni y a Rishi Sunak de convertirse en propagandistas de Benjamín Netanyahu para justificar crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad contra la población palestina, para justificar su genocidio.

*Profesora-investigadora postdoctorante de la División de Historia del CIDE



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