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No sorprende que, como en la feria, cada uno hable del debate según le fue a su candidata. Lo que sorprende es que ambas salgan con su domingo 7 para quejarse del formato y culpar al INE de su propio desempeño. Paradójico resulta que mientras en 2012 el tema del post debate fue la edecán y su escote, esta vez lo sea el formato y el reloj, no el fondo de lo que nos dejaron ver y oír cada uno de los 3 participantes.
Puede ser cierto que el formato y la saturación de preguntas formuladas por los moderadores hayan obstaculizado el desempeño de las candidatas y obligado a la sonrisa congelada del candidato, pero aceptemos que “lo que natura no da, la candidatura no presta”. Con Perogrullo, admitamos que los 3 debatientes son como son, y así se dejaron ver el pasado domingo.
Echarle la culpa al formato, o afirmar, sin pruebas, que de última hora fue modificado sin avisar a los partidos políticos, es indebido.
La información y explicaciones que han dado los consejeros de la Comisión de Debates del INE dejan en claro que los representantes de las dos coaliciones y el de MC estuvieron oportunamente informados del formato y la escaleta para el domingo 7, como ya lo están del que se utilizará el domingo 28 de abril en el segundo debate.
Hay un asunto que por su impacto en los debates vale la pena atender. Me refiero al exceso de regulación que la dinámica burocrática del INE impone a esos ejercicios de confrontación. Por cuidar hasta el mínimo detalle, un asunto que en su origen (1994) fue relativamente sencillo de procesar, ha dado lugar a un laberinto. A lo anterior hay que agregar la nociva práctica de los consejeros electorales de sobreponerse, o hacer de lado, al personal técnico. Hay consejeras y consejeros todólogos, que ponen por delante su cargo.
En la LGIPE los debates entre candidatos a la presidencia ocupan un artículo, el 218, en el que se establece que habrá 2 debates obligatorios entre todos los candidatos y que el Consejo General (INE) “definirá las reglas, fechas y sedes, respetando el principio de equidad entre los candidatos”.
Para este proceso electoral la Comisión de Debates, integrada por 5 consejeros, decidió, a través de 4 propuestas de acuerdo y decenas de páginas, las reglas, fechas y sedes, también los temas, formatos y moderadores, sus decisiones luego fueron avaladas en el Consejo General. En los hechos los consejeros decidieron casi todo y luego informaron a los representantes de las dos coaliciones y de MC.
El enredo burocrático es más que evidente. De noviembre de 2023 a enero de 2024 fueron aprobados los 4 acuerdos sobre los debates, con decenas de puntos, antecedentes, consideraciones y resolutivos, un laberinto. Hay contradicciones entre los acuerdos y omisiones en cada uno de ellos. Los partidos conocieron, en enero de este año, el que estableció el “formato de cada debate”.
Dice lo siguiente:
“23. El acuerdo del Consejo General identificado con la clave INE/CG646/2023 mediante el cual se determinan los formatos que tendrán los debates entre las candidaturas a la Presidencia de la República en 2024, no asigna un formato específico a cada debate. (Énfasis añadido)
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