La verdad salió a la luz y finalmente se limpió el nombre de Canserbero, aquel muchacho activista de trágicos orígenes en Venezuela que un día decidió recurrir al lápiz y su áspera voz para transformar por completo la percepción de la gente sobre el rap en español, un género polémico por los crudos temas que aborda y la ejecución con la que los artistas lo han presentado a través de los años, pero con exponentes dignos de recordar, entre ellos, Tirone González.
La muerte de Canserbero siempre dejó una huella de escepticismo entre sus familiares y seguidores, e incluso su familia rechazó en su momento el reporte de la Fiscalía vezenezolana, cuando en 2015 confirmaron su suicidio en el departamento de su exmanáger, Natalia Améstica. En aquel entonces, descartaron tajantemente que su ser querido tuviera problemas mentales, ya que las autoridades señalaban que sus últimos momentos de vida culminaron gracias a un ataque de locura que tuvo.
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Ocho años después el caso fue reabierto y Natalia confirmó en video el paso a paso de cómo drogó y asesinó a Can y a su productor, Carlos Molnar, quien era esposo de la empresaria. La noticia conmocionó a la comunidad de hip-hop y a toda persona que mantiene vigente el legado del rapero, quien pese a no haber publicado material por casi una década aún cuenta con más de seis millones de oyentes mensuales en Spotify.
Un freestyler que se transformó en poeta
Antes de vender millones de discos a nivel internacional, Tirone era un empedernido del freestyle– habilidad en la que improvisas para rapear-, pero un amigo lo convenció para indagar más a fondo y empaparse en la cultura del rap, lo que detonó su anhelo de crear sus propias canciones, las cuales iniciaron con el grupo Black Kamikaze a finales de la década de 1990.
Sin lugar a dudas, el rapero oriundo de Caracas tenía mucho de qué hablar: perdió a su madre a los 9 años y su hermano fue asesinado a balazos. Sin embargo, sus temas, aunque frecuentaban la muerte, también tenían un dejo de esperanza y rebelión, pero la característica que lo definía era la brutalidad con la que rapeaba sus infortunios a través de su hosca voz.
Canserbero llegó a la escena del rap para dignificarla
Canserbero desveló una puerta que hasta el día de hoy continúa abierta par en par: los artistas sin filtros y excepcionalmente honestos también podían llegar a la cima de la industria. Partiendo desde su nombre, inspirado en el guardián del inframundo en la mitología griega (Cerbero), Tirone no recurría a temas banales o fáciles de digerir.
Su himno imperdible sin duda fue “Es Épico“, en donde narra cómo es trasladado al infierno para combatir contra el mismo diablo en una batalla de rap, una canción que sirvió como autocrítica para hacerlo reflexionar sobre su fe en Dios y en él mismo, así como las consecuencias de emitir un mensaje negativo a sus fanáticos.
“Dudar y no creer es algo muy distinto y si dudo de Dios es porque no lo he visto
Aún así, insisto en recalcarte lo que contigo aprendí
Que reyes habrán muchos, pero siempre tienes que ir a ti”, entona durante su enfrentamiento con Satanás.
La vastedad de este sencillo, en la que se hace numerosas referencias al Infierno de Dante, llegó a tal punto que ha inspirado una serie de animaciones y teorías sobre su verdadero significado, puesto que circularon las versiones sobre cómo el venezolano predijo su propia muerte.
Pese a las millones de reproducciones, el intérprete negaba que su música fuera comercial, ya que sus mensajes y los ritmos que utiilizaba no eran comunes en las televisoras o la radio, por lo que cuando llegó a experimentar la fama a mediados de 2012, año en el que publicó su álbum “Muerte”, externó su confusión. “Es extraño para mí”, confesó durante una entrevista, mientras explica cómo su tímido carácter le impide abrirse a la gente, incluyendo sus seguidores.
La política también llegó a emerger entre sus letras, cuando irremediablemente arremetía contra los personajes de este ámbito, especialmente a los de la “élite“, a quienes tachaba de egoístas y aseguraba que fungían como uno de las diversas causas de la miseria humana. Además, Can expresaba continuamente su desconfianza hacia las personas, al punto de tornarlo en una constante paranoia sobre cómo llegaría a ser traicionado, lo que desafortunadamente se volvió realidad cuando fue apuñalado por su propia mánager el último día de su vida.
“¡Válgame, soy un iluso! Tan bravo que me la doy
Y el abuso es natural que en contra de mí den uso
Mundo sucio donde todos piensan solo en ellos mismos
Malditos mil veces, títeres del egoísmo”, entona en la canción de Jeremías 17:5.
El cantautor expresó numerosas veces su esperanza para que la escena del rap crecería aún más, ya que, pese a las crecientes cifras en ventas y el mayor interés de las masas en el género, él sostenía que había un gran tramo por recorrer.
“En Venezuela estamos como en la época del renacimiento, hay un auge, hay creatividad, hay artistas en todos lados, pero la gente todavía no lo entiende, no lo acepta”, menciona durante una entrevista al ser cuestionado sobre su papel en la escena del rap.
Pese a que la justicia tardó varios años, aquellos que desconfiaban en las declaraciones de la Fiscalía de Venezuela sobre la muerte de Tirone podrán dormir tranquilos, especialmente al tener en mente que el recuerdo del artista no ha muerto, ya que, tal y como él cantó en “El primer trago”, “No se muere quien se va, solo se muere el que se olvida”.