El ministro de Exteriores de Israel, Israel Katz, aseguró que los planes para lanzar un ataque masivo sobre la ciudad gazatí de Rafah, último refugio de cientos de miles de palestinos expulsados de otras partes del enclave por los bombardeos israelíes, quedarán automáticamente suspendidos en el momento en que alcance un acuerdo con el grupo islamista Hamás para liberar a los rehenes que tiene en su poder.
“La liberación de los rehenes representa un asunto clave para nosotros, así que sí: si hay un acuerdo, suspenderemos la operación”, dijo en una entrevista concedida el sábado al Canal 12 de la televisión israelí.
Katz confirma lo que avanzaban este pasado sábado fuentes oficiales israelíes a los medios del país: que la nueva oferta presentada en las últimas horas a Hamás es la oportunidad final que tiene la organización palestina de aceptar un alto el fuego o, de lo contrario, el Ejército israelí lanzará su gran ofensiva sobre la ciudad.
En declaraciones al diario Yedioth Aharonoth, un responsable israelí describió las últimas conversaciones con Hamás, bajo la mediación de Egipto y Qatar, como “muy buenas y caracterizadas por su progreso en todos los parámetros” antes de avisar de la gravedad de la situación.
“Se está trasladando a Hamás, a través de Egipto, que hay intenciones muy serias de atacar Rafah”, avisó esta fuente, mientras otros responsables israelíes declaraban al Canal 12 de la televisión nacional que esta propuesta es, directamente, la “última oportunidad” que tendrá Hamás antes de la operación.
“O acuerdo ahora, o Rafah”, avisó esta fuente del Canal 12 antes de trasladar que el Ejército israelí está absolutamente convencido de que es allí donde se esconde el considerado como arquitecto de la masacre del 7 de octubre en Israel, el líder de Hamás en Gaza, Yahya Sinwar.
Sin embargo, no existe consenso en el gabinete de guerra israelí sobre esta postura. Según Kan News, el viernes, los dos principales exponentes ultras del Gobierno israelí, los ministros Bezalel Smotrich e Itamar Ben Gvir, amenazaron durante una reunión del gabinete de seguridad de alto nivel que si se cancelaba la ofensiva de Rafah, acabarían renunciando a sus cargos en el Ejecutivo.