Desplazados del municipio de Tila, unas 12 mil personas, acordaron no regresar hasta que el gobierno federal les garantice que hay condiciones de seguridad, detenga y desarme a sus agresores. Además, exigen que se les reconozca el derecho de propiedad del terreno donde están sus viviendas, el cual disputan con ejidatarios. Esta decisión la tomaron luego de que representantes de los desplazados tuvieron una reunión con funcionarios de los tres niveles de gobierno, en la que las autoridades les dijeron que pueden retornar “cuando así lo sientan”.
Este martes se incrementó el número de desplazados, luego de que ejidatarios salieran de localidades colindantes a la cabecera municipal, en donde aseguran que llegaron personas armadas y dispararon contra las viviendas. Los afectados calculan que ya son 12 mil los desplazados; algunos se ubican en los albergues que el gobierno del estado y otros se refugiaron en parroquias y con familiares en los municipios de Tumbalá, Sitalá y Sabanilla.
En su quinto día de desplazamiento, los habitantes de este municipio -quienes salieron el pasado viernes luego de vivir cuatro días de asedio por parte de personas armadas- fueron convocados por representantes de la Secretaría de Gobernación y de Seguridad Pública y Protección Ciudadana Federal, además de funcionarios del gobierno de Chiapas y el presidente municipal, Limber Gregorio Gutiérrez Gómez. Durante cuatro horas dialogaron en las instalaciones de la Casa de la Cultura de Petalcingo. Al salir, los funcionarios gubernamentales se negaron a explicar los acuerdos de la reunión a los periodistas que esperaban afuera.
Por su parte, la comisión de representantes de los desplazados se trasladó al albergue, en donde acordaron que no retornarán. “Dicen que ya tienen desplegada la seguridad adentro (en la cabecera municipal), que el retorno prácticamente lo vamos a decidir nosotros cuando nos sintamos seguros para regresar, y obviamente no nos sentimos seguros para regresar, porque no vemos que se estén ejecutando las órdenes de presentación (contra sus agresores)”, explicó Adelaida Martínez, una de las representantes de los desplazados.
Este día, personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y policías estatales retiraron los vehículos incendiados, limpiaron las calles y restablecieron el servicio eléctrico que había sido cortado durante la agresión en la cabecera municipal de Tila. Sin embargo, los desplazados aseguraron que esto no les da seguridad para regresar.
“Sí están las fuerzas de seguridad allá, pero si solo van a levantar cadáveres como sucedió en los seis meses que estuvo la SEDENA (entre octubre de 2023 y abril de 2024, antes de ser expulsada por quienes son considerados los agresores de la población), realmente no hay seguridad”, explicó la representante de los desplazados, añadiendo que las autoridades se negaron a firmar un acuerdo de atención con ellos.
Los desplazados exigen la detención de sus agresores, el desarme en la zona, y que se atienda el problema sobre la situación legal de la tenencia de la tierra en la que está la cabecera municipal, cuya indefinición es el problema que detonó, desde 2015, la confrontación entre ejidatarios y pobladores.
Un sector de los desplazados asegura que quienes los agredieron -asesinando a dos personas, abusando sexualmente de al menos una docena de mujeres, y quemando vehículos y viviendas- son una escisión de los ejidatarios, quienes conformaron un grupo llamado “autónomos”, que tomó el control de la cabecera municipal desde el año 2020 y ahora usan uniformes y armas de alto poder.