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¿Sabías que más de dos millones de cerdas pasan casi toda su vida en jaulas en las que no pueden moverse ni realizar ningún comportamiento natural?
Igualdad Animal, en su última investigación, revela cómo “viven” las cerdas y sus crías en el mundo para consumo humano: en jaulas, con mutilaciones y problemas de salud que le provocan la muerte.
De acuerdo con la organización pro derechos de los animales, las cerdas se mantienen en jaulas de gestación y después son cambiadas a otras jaulas llamadas parideras.
Estos tipos de confinamiento les impiden tener movilidad, estar en posiciones cómodas, les provocan problemas de salud a ellas y a sus crías, pues pueden generar problemas durante el parto, como que los cerditos se queden atascados en el canal de alumbramiento, que conlleven a la muerte.
En condiciones de libertad las cerdas buscarían crear un nido antes de parir y procurarían espacios frescos para regular su temperatura que sube durante la gestación; no poder hacerlo las estresa gravemente, pudiendo afectar su sistema inmunológico y hacerlas propensas a enfermedades.
Mutilaciones y castraciones en crías
Las crías que sobreviven son sometidas a procedimientos sumamente dolorosos como el raboteo (recorte de cola) y la castración en el caso de los cerditos, estas mutilaciones se practican sin anestesia.
Estas prácticas además de ser dolorosas en el momento tienen consecuencias en el tiempo, como cojera, problemas para ganar peso, incluso el raboteo impide que se comuniquen, pues su cola ayuda a expresar sus estados emocionales.
Asimismo, presentan crecimientos anormales en el abdomen, abrasiones cutáneas, lesiones en la piel de diferente gravedad, prolapsos de útero, genitales hinchados, incluso con pus y/o sangre.
Conociendo cuáles son las condiciones en que viven estos animales no es de extrañar que haya una alta mortalidad, en estas granjas se encontraron cadáveres en las jaulas parideras, entre heces, placenta y animales vivos, en un depósito de agua, y en carretillas, donde además había fetos sin vida.
Estrés y frustración en cerdas y sus lechones
El confinamiento en jaulas de gestación y parideras en la industria porcina tiene efectos altamente perjudiciales tanto en las cerdas como en sus lechones.
Las jaulas de gestación y parideras son extremadamente estrechas y confinan a las cerdas en un espacio reducido, lo que les impide moverse con normalidad.
Esto puede provocar estrés y frustración debido a la falta de espacio para caminar, darse la vuelta o estirarse, por lo que exhiben comportamientos anormales, como el balanceo repetitivo y otros signos de estrés psicológico debido al confinamiento y la falta de estímulo ambiental.
Crías no pueden alimentarse de su madre
En las jaulas de parideras los lechones no se muevan libremente y con mucha dificultad se acerquen a la cerda para alimentarse. La restricción de movimiento de las cerdas puede dificultar el acceso de los lechones a las ubres, lo que puede llevar a la malnutrición y la falta de desarrollo adecuado de los lechones.
Los lechones pueden sufrir lesiones al quedar atrapados entre las barras de las jaulas o ser aplastados por las cerdas debido a la falta de espacio y movimiento limitado; también pueden experimentar estrés debido al entorno de confinamiento y pueden mostrar comportamientos anormales como el chupeteo compulsivo.
En libertad, ¿cómo son las cerdas con sus bebés?
Las cerdas, como otros animales, tienen comportamientos y características naturales que son fundamentales para comprender su bienestar y su relación con sus crías.
Estudios científicos han demostrado que las cerdas son animales altamente inteligentes y sociales, lo que las hace capaces de experimentar una amplia gama de emociones y comportamientos complejos.
Sin embargo, en la industria cárnica, las cerdas son a menudo sometidas a condiciones de confinamiento extremas en sistemas de cría industrial.
En estas instalaciones, las cerdas no pueden expresar sus comportamientos naturales ni cuidar adecuadamente a sus crías.
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