MADRID, (EUROPA PRESS). – El equipo de Neuroepidemiología Genética y Bioestadística del Barcelonabeta Brain Research Center (BBRC), centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall, ha caracterizado la predisposición genética al Alzheimer y otros trastornos neurológicos en personas cognitivamente sanas en las etapas preclínicas de la enfermedad, es decir, cuando todavía no hay síntomas evidentes pero ya se producen cambios cerebrales y de biomarcadores asociados al proceso degenerativo.
Aunque la genética solo es causa directa del Alzheimer en el 1 por ciento de los casos, caracterizar la predisposición genética abrirá las puertas a una atención médica y prevención más personalizada, y permitirá una mejor selección de participantes para estudios clínicos específicos en función de su perfil genético.
En este sentido, la doctora Natalia Vilor-Tejedor, investigadora senior del estudio y líder del equipo, destaca que “esta caracterización permite obtener un perfil más completo de los participantes del estudio, y así facilitar el desarrollo de estrategias preventivas personalizadas, una mejor selección de participantes para ensayos clínicos y predicción de respuesta al tratamiento”.
La investigación, publicada en la revista científica ‘Alzheimer’s & Dementia: The Journal of the Alzheimer’s Association, se basa en los datos de la cohorte Alfa, impulsada por la Fundación La Caixa y formada por más de 2 mil 700 participantes sin alteraciones cognitivas, e incluye también datos del ‘Alzheimer’s Disease Neuroimaging Initiative’ (ADNI).
Los resultados de esta investigación, según Patricia Genius, investigadora del equipo y también autora del estudio, “mejorarán la precisión de las conclusiones de los estudios epidemiológicos, y abren la puerta un mejor conocimiento de las vías biológicas asociadas a los procesos neurodegenerativos”.
MEDIDAS DE PREDISPOSICIÓN GENÉTICA MÁS ALLÁ DEL GEN APOE
Aunque la genética solo es causa directa del Alzheimer en un porcentaje muy bajo de los casos (alrededor del 1%), la predisposición genética a desarrollar la enfermedad puede tener una afectación en procesos de deterioro cognitivo o de atrofia cerebral que podrían preceder al desarrollo de la sintomatología.
Además, personas con una alta predisposición genética podrían ser más susceptibles al efecto de otros factores de riesgo, como las exposiciones ambientales, provocando una aceleración del empeoramiento cognitivo o incluso atrofia cerebral.
El gen APOE supone el principal factor de riesgo genético de Alzheimer, pero existen otras variables. “Conocer en detalle los factores no modificables, como la predisposición genética a la enfermedad, nos permite identificar a las personas más vulnerables al riesgo, y tomar acciones sobre los factores de riesgo modificables”, destaca Vilor-Tejedor.
En este sentido, el equipo ha calculado las puntuaciones de riesgo poligénico (PRS) para el Alzheimer y otros trastornos neurológicos, factores de riesgo asociados a la enfermedad de Alzheimer y procesos de envejecimiento. Los PRS son medidas que estiman la predisposición genética de una persona a desarrollar una enfermedad a partir de la suma ponderada del efecto de las variantes genéticas asociadas a esta enfermedad en estudios previos.
“Los resultados nos permitirán descifrar cómo la predisposición genética al Alzheimer interacciona con otros factores de riesgo para influir en el desarrollo de la enfermedad y los procesos previos a la aparición de la sintomatología”, explica la investigadora. “También permitirá una mejor caracterización de los mecanismos que influencian estos procesos biológicos”, ha añadido.
MÁS DE 2 MIL 500 PARTICIPANTES DE LA COHORTE ALFA
El equipo ha analizado estos datos en 2.527 participantes del estudio Alfa, un proyecto longitudinal que sigue a personas sanas entre 45 y 75 años, en su mayoría descendientes de personas con Alzheimer, para estudiar los cambios cognitivos, biológicos y de neuroimagen relacionados con el envejecimiento y el Alzheimer.
Se ha caracterizado la predisposición genética al Alzheimer entre estos participantes del BBRC y los de los grupos clínicos de ADNI, un consorcio internacional que incluye a personas sanas con declive cognitivo leve o con demencia por Alzheimer.
El equipo de investigación ha encontrado que los participantes del BBRC, especialmente aquellos con alteraciones de la proteína amiloide, presentan una distribución en la predisposición genética de Alzheimer similar a la de los grupos clínicos, lo que caracteriza aún más la cohorte Alfa para estudiar los cambios patológicos tempranos del Alzheimer.
“Alfa es una de las pocas cohortes en el mundo con una caracterización tan extensiva”, señala Vilor-Tejedor. “Sabíamos que era una cohorte enriquecida en factores de riesgo de Alzheimer, pero con este nuevo estudio hemos dado un paso más, añadiendo una nueva dimensión de variables biológicas, que permitirá precisar aún más los estudios de prevención”, concluye la investigadora.