El Panax ginseng, comúnmente conocido como ginseng, es una planta que brota en las frías regiones de Corea, China y Siberia, y ha sido objeto de interés no solo por su rareza sino por sus propiedades adaptógenas; es decir, su capacidad para aumentar la resistencia del organismo frente a diversos factores de estrés, es por eso que muchas personas consumen a diario sus raíces por medio de tes.
El ginseng es famoso por sus ginsenósidos, compuestos activos que se supone otorgan a esta planta sus múltiples beneficios. Aunque tradicionalmente se le ha atribuido la capacidad de “curarlo todo“, la evidencia científica aún es ambigua en muchos de sus supuestos beneficios, pero en el ámbito empírico, muchas personas sostienen haberse sentido mucho mejor después de haberlo consumido.
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¿Para qué es bueno el ginseng?
Algunos estudios sugieren que el ginseng puede mejorar funciones cognitivas como la memoria, el pensamiento y la capacidad de reacción, especialmente en adultos de mediana edad. Curiosamente, esta mejora no se observa en los jóvenes. Además, se ha visto que la combinación de este producto con extracto de hoja de ginkgo puede potenciar la memoria en adultos de entre 38 y 66 años.
El ginseng también ha sido estudiado por su efecto en otras áreas de la salud. Por ejemplo, se ha demostrado cierta eficacia en mejorar la función sexual de hombres con disfunción eréctil y en incrementar la respuesta sexual en personas mayores. Además, su consumo podría reducir la incidencia de resfriados e influenzas.
No combines el ginseng con este otro compuesto
Es crucial tener en cuenta las interacciones del ginseng con otras sustancias, como la cafeína. Ambos pueden estimular el sistema nervioso, incrementando el riesgo de efectos adversos como taquicardia y presión arterial alta. Además, la ingesta de ginseng ha mostrado promesas en aliviar la fatiga en pacientes con esclerosis múltiple, mejorando significativamente su calidad de vida después de tres meses de uso continuo.
Aunque el consumo de ginseng es generalmente seguro a corto plazo (hasta seis meses), su uso prolongado puede conllevar riesgos. Puede actuar de manera similar a las hormonas, lo cual podría resultar perjudicial a largo plazo. Los efectos secundarios más comunes incluyen dificultad para dormir, mientras que reacciones más graves como erupciones cutáneas, daño hepático y reacciones alérgicas.