Hace unas semanas se dio a conocer el caso de Rodolfo “N”, influencer mejor conocido como Fofo Márquez, quien se sintió intocable por su estatus económico y golpeó brutalmente a una mujer que, sin querer, le causó un pequeño daño a su camioneta. Después de ello, la Ciudad de México volvió a ser sacudida por Miguel “N”, un feminicida serial que terminó con la vida de al menos seis mujeres, guardando sus restos óseos como trofeos del atroz crímen.
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Pero, ¿qué tienen que ver ambos casos? Pues además de la evidente violencia de género que ha cobrado la seguridad y confianza de las mujeres mexicanas, existe un trasfondo igual de machista, ya que las mujeres familiares de ambos hombres han sido señaladas como responsables indirectas de los crímenes, a pesar de ni siquiera haber participado en ellos. Estos señalamientos han puesto luz en el pensamiento colectivo donde las mujeres son responsabilizadas por actos cometidos por hombres, como si ellas fueran las encargadas de guiar la moral de una sociedad profundamente machista.
La madre como origen de todos los males una idea muy procesada en la sociedad, explica la antropóloga Brenda Arias en entrevista con El Heraldo de México.
¿Por qué las mujeres son elegidas para maternar a la sociedad?
De acuerdo con Brenda Arias, Antropóloga egresada de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, las mujeres nos encontramos sujetas a una serie de estereotipos y expectativas machistas y profundamente arraigadas en la sociedad. Entre todas las responsabilidades de lo que “debe ser” una mujer, la maternidad es una de las más fuertes y al ser responsables de la crianza, la sociedad también las señala como las principales culpables de “criar hombres machistas”.
Ellas son las que crían porque tienen esta responsabilidad asignada de que su rol es maternar, por lo tanto, todos los aprendizajes que se den en una familia son responsabilidad de las mujeres, cuando en realidad nos olvidamos del contexto social, político y económico que posibilita que puedan existir las sociedades patriarcales […] A final de cuentas sí aprendemos con la crianza del hogar, pero también aprendemos con lo que socializamos, explica la antropóloga.
Ahora bien, cuando las mujeres son vistas como las únicas con la responsabilidad de criar y maternar, por lo que los hombres quedan completamente excluidos de estas actividades y son ellas quienes son señaladas cuando suceden episodios de violencia. Ejemplos de ello podemos verlos en asesinos en serie que justifican sus conductas al afirmar que sus madres los golpearon y la sociedad misma legitima estas acusaciones gracias a los roles de género.
Pero además de su rol maternal, ellas tienen que ser también las que acompañan los procesos de justicia (hablando concretamente de feminicidios), entonces es una doble carga porque se les responsabiliza por el feminicida, pero del lado de las víctimas son ellas quienes se hacen cargo del acceso a la justicia y las investigaciones, afirma Brenda Arias.
Si bien es imposible negar que las mujeres también reproducimos conductas machistas debido a que el sistema se encuentra arraigado en lo más profundo de nuestros pensamientos, también existen otros factores externos que propician la forma de ser de los individuos, por lo que el aprendizaje se vuelve colectivo y esrto refuerza o cambia los principios inculcados por las madres.
Yo no creo que ellas tengan la culpa de criar hombres ‘malos’, porque al final, los procesos educativos son culturales […] Hablamos de un marco cultural con un patrón machista y patriarcal que predomina todo, señala.
Instinto materno, una condena patriarcal
Ahora bien, otro de los factores que influye fuertemente en la maternidad es el llamado “instinto materno” que, de acuerdo con la abogada Anabel Ruiz Velázquez, quien cuenta con una formación en la carrera de Derecho por la Facultad de Derecho de la UNAM y es especialista en derecho constitucional con un máster en Derecho por la Universidad de Génova, Italia, no existe ningún sustento científico sobre este supuesto instinto, por lo que al ser un mandato patriarcal, le quita la responsabilidad a los hombres.
Si analizas a cada hombre siempre hay una mujer que ha llegado a solucionarle los problemas y es como que un hombre va dándose en adopción a lo largo de su vida […] entonces crecen sin responsabilidad de ellos mismos y las mujeres al contrario, desde muy pequeñas somos obligadas a cuidar, explica la experta.
Esos condicionantes que se le impone a las mujeres casi desde su nacimiento terminan por afectar la percepción que tenemos de nosotras mismas, lo que continúa perpetuando los roles de género y, al mismo tiempo, se responsabiliza a las mujeres ya que ellas son las únicas destinadas a criar.
Socialmente la crianza es de las mujeres y lo que esperamos de ti socialmente es que lo hagas bien y si el hijo te sale feminicida serial o un golpeador, la culpa es tuya porque alguien debió haberle enseñado a ese hombre lo que estaba bien y lo que estaba mal y esa era su tarea, explica Anabel.
Por el contrario, los hombres dejan de ser señalados debido a que ellos fácilmente pueden deslindarse de la responsabilidad de criar, llegando incluso a burlarse de las llamadas “mamás luchonas” o castigadas socialmente por abandonar a sus hijos y renegar de este llamado “instinto materno”, cuando según datos del INEGI del año 2023, en México hay más de cuatro millones de hogares con padres ausentes.
“¿Cuándo, socialmente, vamos a ver a los hombres como seres responsables de sus propios actos que saben diferenciar entre el bien y el mal? ¿Cuándo vamos a dejar de hacer responsables a terceras personas por los actos de los hombres?”, cuestionó la abogada Anabel durante la entrevista. Y la respuesta resulta todavía más aterradora, pues hoy en día apenas comenzamos a cuestionar el por qué se culpa a las “malas madres”, en lugar de a los “hombres violentos”.
Si la madre es sagrada, ¿por qué ocurren los feminicidios?
Cuando conocemos casos como el de Miguel “N”, siempre se busca conocer la raíz de su supuesta “locura” y aunque esto puede ser interesante para algunas personas, la realidad es que termina por justificar los deplorables actos cometidos por el presunto feminicida. Y es que es innegable que el hombre pasó por momentos complicados, pero Anabel señala que eso no lo deslinda de las acciones cometidas, más bien llega a nublar el juicio de quienes deben dictaminar si es culpable o no.
Si cada persona que tuvo un trauma en su infancia, se convirtiera en delincuente prácticamente todos seríamos delincuentes […] sí vivimos en un Estado donde la salud mental no importa, pero también es cierto que esta persona sabía diferenciar entre entre lo bueno y lo malo, sentencia Anabel Ruíz.
Muchas veces, cuando se intenta llegar al origen de una mente con esta falta de empatía, termina por disculpar a los perpetradores con la justificación de sus traumas y dejando de lado las vidas que fueron arrebatadas sin piedad. “Cuando tratan de buscar las causas de un asesino serial, es tratar de disculpar por qué cometió sus delitos […] y entonces las otras vidas que tomó quedan importancia”, sentencia la experta.
Pero además de la evidente violencia en contra de las mujeres, los feminicidios se encuentran motivados por el poder: “el feminicidio, igual que la violación, es un acto de poder”, explica Anabel. Y es que más allá de las motivaciones sexuales, quienes perpetran este tipo de crímenes cuando notan que están perdiendo el control de las mujeres que se encuentran a su lado, es decir, cuando ellas buscan salir de estos círculos de violencia y a pesar de que distintas activistas y expertas en el tema han notado una serie de patrones en feminicidios ocurridos dentro del noviazgo, las autoridades siguen volteando a otro lado para justificar estos actos.
Cuando la mujer toma armas para salir de esta violencia es cuando el hombre la asesina, porque es la demostración máxima de poder y eso tiene que ver con los estereotipos que existen sobre los hombres y esta concepción de ser ‘dueños del mundo’, confirma Anabel.
Es así como podemos encontrar grandes similitudes entre el caso del llamado “feminicida de Iztacalco” y Fofo Márquez. Anabel explica que al analizar las redes sociales del influencer, se puede ver como tiene una gran hambre de fama y reconocimiento: “es una persona ávida de reconocimiento, ávida de poder, ávida de que la gente le diga ‘tú lo estás haciendo bien’”, sentencia.
Ahora bien, en el caso de Miguel “N” parece suceder lo mismo, ya que quienes lo conocieron lo describen como un “perdedor” y al no tener el reconocimiento de sus iguales (o sea, otros hombres) pierde el poder que se supone debería tener y termina canalizándolo en el asesinato de mujeres. Es así como los feminicidas y agresores no son “personas locas”, “monstruos” o “enfermos mentales”, son hijos sanos del patriarcado y esto se encuentra muy lejos de ser culpa de las mujeres.
El feminicida sabía perfectamente que nadie buscaba a las mujeres y Fofo Márquez sabía que con dinero podía salir de la cárcel y por eso hizo lo que hizo, sin pensarlo. Entonces el otro factor entre todos estos es la impunidad porque una cosa es que tú sepas que algo está bien o está mal y decidas hacerlo y otra cosa, es que te animes a hacerla porque además sabes que no va a pasar nada, lamenta Anabel.