El trámite de ir al Zócalo | Crónica del cierre de campaña de Sheinbaum

El trámite de ir al Zócalo | Crónica del cierre de campaña de Sheinbaum


Para los trabajadores de la CTM y de CATEM que cumplieron con el llamado de sus dirigentes, el cierre de campaña de la candidata presidencial de Morena-PT-Partido Verde, Claudia Sheinbaum, fue un mero trámite, un acto de disciplina y no de entusiasmo.

Para Sheinbaum, el Zócalo con Palacio Nacional a su espalda, fue la oportunidad de declararse ganadora sin esperar la prueba de las urnas y de esbozar un primer llamado a la pluralidad política, reconociendo que un sector del país se opone a su proyecto político.

La emoción genuina del obradorismo en el cierre de campaña de 2018, cuando ya paladeaban la victoria de su entonces candidato y actual presidente Andrés Manuel López Obrador, no se repitió en 2024, tras seis años de desgaste para el propio mandatario mexicano y también para Claudia Sheinbaum.

Desde antes del arranque, había un aire de nostalgia en el mitin final de la ex jefa de Gobierno. Esa nostalgia se podía escuchar en las consignas que iban mutando casi de forma imperceptible.

Así, los coros de “Es un honor, estar con Claudia hoy”, pasaron en unas cuantas repeticiones a “Es un honor estar con Obrador”.

Nostalgia o mercadotecnia, los vendedores de recuerdos siguen ofreciendo “Amlitos” a los simpatizantes y muy pocos se atreven a vender réplicas entrañables de Sheinbaum.

Pero además, en el cierre de campaña de la científica, calidad profesional que no dejan de repetir los presentadores y simpatizantes de la candidata presidencial, fue notoria la llegada de decenas de contingentes en camiones y microbuses.

Agrupados por “referentes”, palabra que en el argot político capitalino se refiere a la estructura territorial de los partidos, uno de los contingentes más numerosos provenía de la Gustavo A. Madero (GAM) y en sus lonas era evidente el nombre de la persona que los invitó: Janecarlo Lozano, candidato de Morena a la citada alcaldía.

Espontáneos o acarreados, los morenistas de la GAM le pusieron ambiente de mariachi a su breve marcha que partió de avenida Hidalgo, a un costado de Bellas Artes, rumbo al Zócalo, para después caminar por la calle de Tacuba hasta ingresar a la Plaza de la Constitución.

Sin quererlo, los maderenses quedaron más cerca del escenario que se instaló para el concierto de Los Ángeles Azules que del templete principal en el que habló Claudia Sheinbaum.

El Zócalo se llenó poco a poco y quienes quedaron hasta el frente fueron probablemente los contingentes menos entusiastas, pero los más disciplinados: trabajadores del resiliente Sindicato Mexicano de Electricistas (SME); empleados afiliados a la CATEM, el sindicato que dirige el senador suplente Pedro Haces Barba; y hasta obreros de la agonizante Confederación de Trabajadores de México, la antes poderosa CTM que en sus mejores tiempos presumía ser un sector del PRI y hoy trata de acercarse a Morena.

Otro sindicato cuarto-transformado fue el de los Petroleros, ya sin el fallecido Carlos Romero Deschamps, que a ritmo de sus percusiones competía con el compositor El David Aguilar, quien intentaba entusiasmar a un público que cumplía con el trámite de acompañar a su candidata presidencial, ya sea por simpatía con el obradorismo o por que era parte las cuotas encargadas a esos “referentes” que buscan quedar bien por distrito o alcaldía.

Y fue entonces cuando llegó Claudia Sheinbaum Pardo por el pasillo central que atravesaba el Zócalo desde 5 de Mayo: un acomodo clásico en los mítines de Morena.

Y sí, entonces hubo emoción: hombres y mujeres de todas las edades queriendo fotos y selfies con la que podría ser la primera presidenta de México.

Claudia no se daba abasto: tomaba los celulares de alguna manos, pasaba de largo en otras ocasiones. Y fueron las mujeres, incluyendo las trabajadores de los sindicatos, las que más solicitaron a Sheinbaum con algunos coros de “Presidenta, presidenta”.

Acompañada por 8 candidatos y candidatas a gobernadores, incluyendo a la candidata a Jefa de Gobierno, Clara Brugada, Claudia Sheinbaum se asumió como representante de las mujeres en la presidencia y reconoció que “no llega sola”.

“Por primera vez en 200 años de la república, llegaremos las mujeres a la más alta distinción que pueda darnos nuestro pueblo, la presidencia de México; y lo digo en plural porque como lo hemos dicho, no llego sola, llegamos todas, con nuestras madres, con nuestras hijas y con nuestras nietas”, sentenció.

Criticada por la dureza con la que fueron tratadas las marchas feministas en sus primeros años de gobierno, Claudia Sheinbaum, se comprometió a avanzar en la agenda feminista contra la violencia de género.

Es tiempo de Transformación y eso significa vivir sin miedo y libres de violencia. Y desde esta tribuna les digo compañeras, amigas, hermanas, hijas, madres, abuelas: NO ESTÁN SOLAS.

Sheinbaum intentó hablar como presidenta y presentó una agenda de gobierno con 20 puntos, pero también tuvo que hacer guiños y reconocimientos al habitante de Palacio Nacional.

“Me comprometo con ustedes a guardar el legado del presidente Andrés Manuel López Obrador. Me comprometo con ustedes a ser una buena presidenta, que esté a la altura de la generosidad y de la grandeza de nuestra historia y de nuestro pueblo”, sentenció.

Fiel a su estilo de campaña, la exjefa de Gobierno mostró un entusiasmo moderado y mucha disciplina ante un público que, como ella misma, venía a cumplir un trámite electoral: el cierre de campaña.



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