En los días recientes la candidata presidencial de Morena ha insistido en su alerta de “fraude electoral”. Es una situación inédita. Lo es porque lo usual es que sean las oposiciones las que alerten de ese riesgo. No al revés. El asunto se complica por la conducta de los consejeros del INE, más ocupados en dirimir sus cuitas y pleitos que en sembrar confianza en el campo ciudadano.
Los motivos de Morena pueden ser de propaganda. Pero, cabe la hipótesis que sean parte de un plan diseñado para alcanzar, al precio que sea, lo que en Palacio Nacional tanto anhelan: 6 años más en la presidencia y la mayoría calificada en las dos Cámaras del Congreso, para lo cual es necesaria una ventaja suficientemente holgada en el resultado. La expectativa de Sheinbaum es superar por 25 puntos al segundo lugar.
Morena y aliados están haciendo hasta lo imposible para que la profecía de las encuestas por ellos pagadas se cumpla. Entre otras cosas, hablar de fraude por anticipado. Cabe la hipótesis de que otros datos los lleven a prever un escenario diferente al que pregonan, en el cual el conflicto postelectoral, a partir de la noche del domingo 2 de junio, sería por cuenta riesgo del gobierno y su partido. El otro hecho que llama la atención es el repentino interés de Morena en motivar la participación ciudadana en las urnas.
Tengo la percepción de que en Palacio Nacional sí tienen otros datos. Veamos:
En 2018 la diferencia entre la votación por López Obrador y la alcanzada por Morena y aliados para las cámaras federales fue de alrededor de 10 puntos porcentuales. (53 vs 43) Es cierto que, con sus aliados más un buen número de tránsfugas, el bloque oficialista en San Lázaro tuvo, de 2018 a 2021, más de las dos terceras partes del total posible de votos; sin embargo, en el Senado no alcanzaron esa mayoría calificada para las legislaturas del periodo 2018-2024.
Tres años más tarde, 2021, el gozo se fue al pozo. Morena y aliados obtuvieron, en el total nacional, menos votos que las oposiciones. Si en la CDMX se hubiese elegido jefe de gobierno, Morena habría perdido, como perdieron la mayoría de las alcaldías. Es plausible suponer que la misma noche del 6 de junio de 2021 el presidente López Obrador tomó varias decisiones de orden electoral. Entre ellas, adelantar el arranque de su propia sucesión, radicalizar su discurso, polarizar al electorado y dar a Claudia Sheinbaum la candidatura presidencial.
Otro dato que gravita en la perspectiva con la que en Palacio Nacional ven la próxima jornada electoral es el resultado de la “revocación de mandato”, ejercicio cuya única finalidad fue hacer una medición “in vitro” de la capacidad de movilización para el voto por los gobiernos morenistas. Tensando al máximo el músculo, llevaron a las urnas casi 15 millones, que era, grosso modo, la misma cantidad de beneficiarios de la pensión para adultos mayores, más los de otras dádivas -en efectivo- otorgadas a personas con credencial para votar. Fueron muchos los movilizados en 2022. Pero no suficientes para ganar en 2024.
Roy Campos ha hecho notar la sincronía entre la popularidad presidencial y la preferencia de voto por su candidata presidencial. Tal sincronía, más exacta que la existente entre el índice de la BMV y el Dow Jones, da evidencia de lo disparatado de los resultados de la mayoría de las encuestas publicadas. Según Consulta el respaldo al presidente se ubica en un rango entre el 50-54% muy parecido a la preferencia que por la candidata oficial registran sus encuestas. También las de Alejandro Moreno para El Financiero.
¿De qué fraude está hablando Mario Delgado?
Esperemos que no esté anunciado la promoción de actos que por ley motiven la nulidad de casillas, inducidos por sus partidarios o, peor aún, por delincuentes pagados. No es una exageración. Hay alarmas encendidas. Aunque en el INE menosprecian la importancia de la masiva renuncia de capacitadores y supervisores electorales, más de 16 mil según datos del diario Reforma (22.05.24), lo que afecta, entre otros estados, a Veracruz, Chiapas, México y la CDMX. ¿Pura casualidad?
La semilla de la desconfianza la está sembrando Morena. No es usual que un partido cuya candidata dice estar arriba en las encuestas, hable de fraude por anticipado. A menos que los 25 puntos sean papel mojado y están pasando del Plan C al Plan F, con F de fraude.
Posdata: el lunes pasado, 20 de mayo, la presidenta del INE y los 10 consejeros electorales acudieron al bunker de la Guardia Nacional, a tomarse la foto con los mandos militares, a los que acompañaron en el escenario las secretarias de Gobernación, de Seguridad Pública y de Relaciones Exteriores. Una imagen dice más que mil palabras. Antes de la elección federal de 2021 la entonces secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, se reunió con los consejeros del INE, encabezados por su presidente. La reunión tuvo lugar en el INE. No asistieron militares. Otros tiempos, otros modos, otros personajes.
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