Las altas temperaturas que se han sentido en casi todo el país no sólo traen incomodidad, sino que podría desencadenar condiciones cutáneas serias, como la rosácea. Este padecimiento se manifiesta principalmente en la cara, con un enrojecimiento persistente acompañado de varios síntomas que pueden confundirse con otras afecciones de la piel como el acné o la dermatitis.
La rosácea es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que afecta principalmente las áreas centrales de la cara. A diferencia de lo que muchos podrían pensar, su presencia no se debe a una mala higiene ni es contagiosa. La causa exacta sigue siendo un misterio, aunque se asocia con factores genéticos, una respuesta inmune exagerada y ciertos elementos ambientales y emocionales.
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¿Cuáles son los síntomas de la rosácea?
Los síntomas, de acuerdo con la Clínica Mayo, varían ampliamente, pero algunos de los más frecuentes incluyen:
- Enrojecimiento facial constante: A menudo, el rostro muestra un rubor que no desaparece, cambiando la pigmentación usual de la piel.
- Venas visibles: Pequeños vasos sanguíneos en la nariz y mejillas pueden romperse, creando lo que comúnmente se llama arañas vasculares.
- Protuberancias similares al acné: Pueden aparecer en el rostro, pecho y espalda, algunas con pus.
- Sensación de ardor: La piel afectada puede sentirse caliente y muy sensible al tacto.
- Problemas oculares: Ojos secos, irritados e hinchados son comunes, conocidos como rosácea ocular.
- Agrandamiento de la nariz: En casos avanzados, la piel de la nariz puede engrosarse, una condición más frecuente en hombres.
Algunas situaciones y comportamientos pueden exacerbar la rosácea, tales como la exposición al sol y el calor, el viento, el consumo de bebidas calientes, alimentos picantes y alcohol. Incluso el estrés emocional y los cambios bruscos de temperatura pueden desencadenar o agravar los brotes.
¿La rosácea se cura?
La Clínica Mayo sostiene que aunque no existe cura para la rosácea, el manejo eficaz se centra en evitar los factores desencadenantes y utilizar tratamientos que pueden incluir cremas y geles de venta bajo receta. En casos más severos, los medicamentos orales o tratamientos con láser podrían ser necesarios para aliviar los síntomas y mejorar la apariencia de la piel afectada. Eso sí, lo más importante es consultar a un dermatólogo si experimentas síntomas recurrentes.