A diferencia de otros padecimientos que conllevan una serie de síntomas físicos que se presentan de maneras más o menos similares, en las enfermedades mentales la observación y el diagnóstico hecho por un experto es básico.
Desde 1952, una de las herramientas más empleadas por los psiquiatras para determinar si existe algún tipo de padecimiento mental, es el tomo conocido como DSM, donde se concentran las enfermedades mentales más comunes, su sintomatología y tratamiento.
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Realizado gracias a la investigación de cientos de psiquiatras, antropólogos, sociólogos y otros expertos que estudian los comportamientos no solo desde el punto de vista individual, sino desde lo sociocultural en todo el mundo.
Sin embargo, tanto su escritura como su aplicación no ha estado libre de polémica, pues en versiones anteriores a la más reciente, lanzada en 2022, se catalogaban como enfermedades mentales algunas conductas que, sencillamente, no eran aceptadas en las sociedades de su época.
¿Cómo se catalogan las enfermedades mentales?
Las enfermedades mentales han sido una preocupación constante en la humanidad pero, a diferencia de otras dolencias, su diagnóstico siempre ha estado vinculado con una forma específica de comportamiento aceptado socialmente.
Así, personas que son de temperamento callado, demasiado locuaces o incluso aquellos que escribían con la mano izquierda, fueron en distintas épocas catalogadas como enfermos mentales.
De hecho, uno de los primeros intentos de catalogar estadísticamente los padecimientos mentales se realizó en Estados Unidos a mediados del siglo 19, cuando se incluyó la idiotez y la insanía como enfermedades a tomar en cuenta en el censo poblacional.
El avance de la psiquiatría y la psicología ha permitido expandir y hacer cada vez más específica la denominación de cada enfermedad mental. De hecho, en las más recientes revisiones ya se incluyen padecimientos mentales relacionados con el uso de redes sociales, alimentación o el estilo de vida actual.
La primera versión del DSM fue publicada por la Asociación Psiquiátrica Americana en 1952 y se mantuvo como el estándar hasta 1968, cuando una primera revisión determinó que muchas de las conductas consideradas enfermedades mentales en realidad se sustentaban en temas morales y no de salud.
Nuevas revisiones se publicaron en 1968, 1974, 1980, 1987, 1994. 2000 y hasta 2013, cuando se lanzó la quinta versión, en la que se ajustó la definición de esquizofrenia y se detallaron los tipos de autismo.
Aunque las críticas son constantes, sobre todo acerca de los diagnósticos basados en síntomas superficiales, el DSM sigue siendo el manual por excelencia para determinar cuáles conductas hoy se consideran como enfermedades mentales.