Cuatro viejas locas | Texto de Ana Lorena Delgadillo Pérez

Cuatro viejas locas | Texto de Ana Lorena Delgadillo Pérez


Por Ana Lorena Delgadillo Pérez.

Sin lugar a dudas, las madres y hermanas buscadoras de Honduras y El Salvador, son las que nos enseñaron que era necesario construir modelos de búsqueda y justicia transnacionales para buscar a las personas migrantes desaparecidas. Estas mujeres se dieron cuenta que se tenían que unir y romper fronteras, para buscar a los suyos.

Conocí a doña Edita Maldonado, Rosa Nelly Santos, Marcia Martínez y las otras señoras del Comité de Familiares de Migrantes Desaparecidos de El Progreso Honduras, COFAMIPRO, por ahí del año 2010 cuando trabajaba para el Equipo Argentino de Antropología Forense, en el Proyecto Frontera para la búsqueda de personas migrantes, entre restos localizados en el tránsito en México y en Estados Unidos.

En el año 2011 las volví a visitar. Iniciaba mi trabajo en la Fundación para la Justicia y parte de la tarea inicial era tejer alianzas con los comités, las familias y las organizaciones de Honduras, El Salvador y Guatemala para la búsqueda transnacional.

Era imposible no sentirse contagiada por la energía, la pasión y entrega de Doña Rosa Nelly, Edita, Emeteria, Pilar y las demás; sin embargo, si la búsqueda dentro de un país es imposible, imaginemos lo que implica la búsqueda cuando las familias están en otro país. Radio Progreso fue el primero que creyó en ellas y les abrió había un espacio estratégico con un programa ahora llamado Abriendo Fronteras -que hasta la fecha se transmite todos los domingos a las 12.30 hora Honduras- para difundir noticias sobre migrantes desaparecidos, para hablar sobre la migración y difundir las actividades del Comité.

En ese entonces tenían sus oficinas en un cuartito pequeño que un partido político les había prestado. Tenían apenas un escritorio, una silla y una computadora viejísima; sin archiveros, las cajas de cartón en el suelo acumulaban cerca de 500 fichas que reflejaban la historia de quienes desaparecieron en el camino. Un trabajo impresionante.

El calor era insoportable, se sentía la ropa pegada al cuerpo y era difícil saber si uno se sentía un poco más fresca afuera a la intemperie bajo el sol, o en ese cerrado cuartito sin ventanas ni aire.

Doña Edita me enseñaba afanada todas las fichas que ella, junto con las otras señoras del Comité, habían llenado a mano a partir de las voces desesperadas y afligidas de familiares que, ante la falta de respuesta estatal, su única opción era acudir al Comité. “Cuando las familias vienen pues les ofrecemos al menos un vaso de agua, las dejamos que lloren, las escuchamos y les decimos, no se preocupen, les vamos a ayudar a buscarlos”.

En ese entonces, no tenían un apoyo propio como Comité, las agencias de financiamiento afortunadamente llegaron años después para apoyarlas y eso ha sido fundamental para que quienes buscan, puedan tener al menos lo indispensable para sobrevivir y buscar. A veces, no tenían dinero ni para tomar el bus desde su casa para llegar a su pequeña oficina; caminaban más de una hora bajo ese terrible calor. “Tenemos que llegar” decía doña Edita, “no sea que vaya a venir una familia que tenga un migrante desaparecido y no vaya a haber nadie que la atienda”.

Doña Rosa Nelly siempre narraba cómo iniciaron: “nacimos con el huracán Mitch, ahí muchos tuvieron que migrar y desaparecieron en el tránsito; las familias no tenían quien les apoyaran”. Ellas mismas, las fundadoras de COFAMIPRO tuvieron familiares que desaparecieron en el tránsito. Recordaba también cómo los primeros años, lograron documentar muchos casos y se los llevaron a la cancillería donde los perdieron. “nos llamaban las cuatro viejas locas” decía Rosa Nelly, “y si, somos viejas locas hasta que encontremos a nuestros migrantes”.

Foto: ICRC

Doña Clementina Murcia, una de las madres muy cercana al comité, recientemente murió; tenía dos hijos desaparecidos. Cuando la conocí, me dijo: “ni siquiera le pido que me ayude a encontrar a los dos, con que encuentre a uno”.

Las enfermedades nunca fueron un impedimento para que cruzaran las fronteras haciendo la búsqueda. Junto con COFAMIPRO se consolidó en Honduras el Proyecto Frontera de los Bancos Forenses, se empujaron mecanismos transnacionales de búsqueda como el Mecanismo de Apoyo Exterior de Búsqueda e Investigación, la Comisión Forense, se logró acompañar a las familias de la masacre de Cadereyta y el nacimiento de un nuevo comité, una vez que estas familias recibieron los restos . Participaban también en la Caravana Migrante y hasta los últimos momentos de sus vidas estaban preocupadas por encontrar a los suyos.

Doña Rosa Nelly tuvo corazón enorme para mucho más. Por mucho tiempo acompañó a la Comisión Nacional de Apoyo a Migrantes Retornados con Discapacidad Física (CONAMIREDIS), organización de migrantes que quedaron discapacitados por accidentes en el tránsito.

Por su diabetes y complicaciones de otras enfermedades, perdió una de sus piernas durante la pandemia. Así como buscó prótesis para los migrantes lesionados, tuvo que buscar la propia, pero ni eso la paró.

“Ya van a ser los 25 años de COFAMIPRO Anita” me dijo doña Rosa Nelly apenas hace unos días. Estaban preocupadas porque cada vez hay menos financiamiento para la búsqueda de migrantes y porque no tenían fondos para celebrar sus años de lucha.

Doña Rosa Nelly falleció el pasado jueves 28 de marzo. En menos de tres meses hemos perdido a dos grandes mujeres contestatarias, guerreras, buscadoras que rompieron fronteras por los migrantes desaparecidos: ella y doña Clementina.

La recordamos y las honramos con la voz de doña Edita, quien plasmó en una canción el camino recorrido por esas “viejecitas locas”. “Los de la cancillería nos dicen las mentirosas, somos mujeres decentes y les probamos con hechos, lo que aquí les exigimos lo hacemos con todo el derecho”.



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