La correcta refrigeración de los alimentos crudos es esencial para prevenir enfermedades y mantener su frescura. Es fundamental almacenar estos productos a temperaturas adecuadas, para evitar el crecimiento de bacterias. Además, es recomendable separar los alimentos crudos de los cocidos y de otros productos en la nevera, asegurándose de que carnes y pescados estén en recipientes cerrados en la parte inferior para evitar el goteo y la contaminación de otros alimentos.
Vale mencionar lo que declaró Barbara Kowalcyk, profesora adjunta en la Escuela de Salud Pública del Instituto Milken en la Universidad George Washington: ““los organismos responsables de la descomposición casi nunca hacen que la gente se enferme, ¡aunque tal vez el olor o el sabor sí les causen náuseas!” Sin embargo, es importante señalar que existen patógenos como la salmonela, el norovirus, la listeria y otros. Estos no solo pueden provocar enfermedades, sino que casi nunca se pueden ver, oler ni detectar con el sentido del gusto y los tienes en la nevera.
Tiempo de conservación del pollo en la nevera
Vale señalar que la mayoría de las personas organiza sus compras de alimentos para contar con ellos en cualquier momento. Sin embargo, es importante tener en cuenta, que si no se ubican en el freezer, y se colocan en la nevera, la refrigeración tendrá un tiempo escaso de días para su conservación. En el caso del pollo crudo, puede guardarse hasta dos días luego de ser comprado. Además, desde la Asociación para la Educación en Seguridad Alimentaria sugieren reservarlo en una bolsa de plástico hermética hasta el momento de su cocción.
Si quieres guardar el pollo cocinado podrás ser conservado durante tres o cuatro días sin problema. Para evitar la oxidación, se recomienda sazonar las carnes con hierbas que contengan antioxidantes como el orégano, laurel o romero. También puedes guardarlo herméticamente para que no entre oxígeno y consumirlo rápido.
El pollo requiere un cuidado especial en su almacenamiento y nunca se lo debe lavar antes de almacenarlo, ya que esto puede aumentar el riesgo de contaminación cruzada en la cocina. Mantener una higiene estricta y controlar las temperaturas de conservación es vital para asegurar la seguridad alimentaria y prevenir intoxicaciones.