¿Qué se puede hacer para evitar daño en un enfrentamiento? En un artículo, publicado en un blog de Harvard, se habla sobre la validación, que puede ir desde una palabra, un gesto o una interacción que transforma la situación, y ambas salen por la puerta sin más dilación.También sostiene que muchas personas ya utilizan aspectos de la validación en su día a día, pero a menudo se quedan a medio camino.
En el texto, se habla de la experiencia de Brittany Jordan-Arthur, quien considera que el error más común es precipitarse hacia la resolución de problemas. “Se lanzan a solucionar, sin dar tiempo para que la validación haga su magia”, dice. Es similar a aplicar un ungüento en una herida y luego retirarlo inmediatamente, sin darle tiempo a actuar, pero ¿cómo hacerlo de la manera adecuada?
¿Cómo validar eficazmente los sentimientos de alguien?
“La validación es fundamental en un tipo de terapia conversacional llamada terapia dialéctica conductual (TDC), dirigida a personas que experimentan emociones muy intensamente. Muchas personas utilizan algunos aspectos de la validación en la comunicación diaria con familiares, amigos y compañeros, pero suelen quedarse cortos”, explica Jordan-Arthur.
Para validar de manera eficiente, ofrece varias recomendaciones prácticas:
- Ofrece tu completa atención y mantén el contacto visual.
- Refleja lo que has escuchado, reafirmando su mensaje.
- Verbaliza lo tácito, interpretando sus emociones.
- Deja que la validación se asimile antes de proponer una solución.
Estos pasos ayudan a la otra persona a sentirse realmente escuchada y comprendida, lo que desactiva el impulso defensivo y abre un espacio para el diálogo genuino. Esto funciona tanto en el ámbito profesional como en el personal, y su práctica puede variar ligeramente según el contexto.
¿Por qué es importante validar lo que sienten los demás?
En el artículo se sostiene que la validación es mucho más que un término de moda en psicología; es una habilidad vital para navegar a través de emociones intensas y situaciones complicadas. No se trata de consentir o aprobar un comportamiento negativo, sino de entender genuinamente al otro.
Y en ese entendimiento mutuo, encontramos una llave maestra para desarmar conflictos y construir relaciones más sanas y enriquecedoras. Como concluye Jordan-Arthur, “Si hacemos eso, a menudo superarán la idea de que ‘esta persona me ha hecho daño’ y empezarán a resolver el problema por su cuenta”.
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