El jengibre es una planta que se ha puesto muy de moda, debido a sus propiedades medicinales, pues a lo largo del tiempo se ha descubierto en él varios beneficios, tanto para la salud en general como para la prevención de ciertas enfermedades altamente peligrosas.
Este tipo de raíz dura, resulta ser el complemento ideal para añadir a tu huerto casero, pues además de ser muy requerida en varios tipos de dietas, es muy fácil de cultivar y generar muchas más.
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Ya sea en té o como complemento de platillos, el jengibre es una de las plantas que más se ocupa en la cocina, por lo que es una buena opción para plantar en casa, así podrás ahorrar unas cuantas monedas mientras cuidas de tu salud y aprendes un nuevo hobby.
Aunque parezca difícil de lograr, el jengibre es muy fácil de cultivar en maceta, pues basta con solo tener una buena muestra de esta planta que contenga al menos un brote en ella, es fácil identificarlo porque será aquella parte blanca que sobresale de alguna de sus terminaciones.
Cuando la hayas identificado, lo primero que debes hacer es lavarla bien para quitar impurezas que pudiera tener en su primera capa, después coloca en agua limpia, preferiblemente purificada y déjala ahí al menos unas tres o cuatro horas.
Después, coloca en un papel absorbente o trapo de cocina, para eliminar el exceso de agua, principalmente de su exterior, déjala ahí unos 30 minutos.
Ahora lo que debes hacer es colocarla en una bolsa de plástico hermética o un contenedor en que pueda caber perfectamente; el jengibre debe quedarse ahí al menos una semana, tiempo después del cual, notarás que las terminaciones tienen nuevos pequeños retoños.
Ahora será momento de colocarla en una maceta o en tu jardín, para lo cual se recomienda tener tierra fértil y sustrato, para propiciar su crecimiento. Con un riego cada cuatro días y suficiente sol, notarás que después de unos dos o tres meses, han crecido plantas que posteriormente se convertirán en más jengibre.