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Claudia ya ganó. Ya ganó, porque en México no hay oposición política. Ya ganó porque la oposición está cooptada por tres partidos políticos mediocres y resquebrajados. Ya ganó porque la candidata y un candidato de último momento, son una mala caricatura y cada día que pasa, su show va en picada.
Claudia ya ganó porque la oposición no supo hacerle frente a un animal político como Andrés Manuel López Obrador, quien, desde la máxima tribuna del país, movió los hilos correctos para imponer a su candidata, provocó (y quitó de en medio) a quien aspiraba (y podría) gobernar la capital y sacó de su zona de confort al junior que creyó que una elección se gana en las redes sociales.
A ocho meses de las elecciones, la candidata oficial y su partido dan muestras de unidad y cohesión, mientras los candidatos de oposición evidencian su ignorancia en foros político-culturales bajo risitas nerviosas que solo generan sorna.
La candidata de oposición que empezó sobrada, respondona, echada para adelante, retadora e incluso graciosa, hoy está desdibujada, gris, mimetizada con los partidos políticos que presumen arroparla, pero se frotan las manos por ver quien se queda con más curules en el Legislativo.
Claudia ya ganó porque ese ente extraño autodenominado Frente Amplio, no entendió su propósito. No entendió que debían ir juntos en todos los escenarios y no ‘jalar agua a su molino’ cuando creen que les conviene.
Su candidata está sola, cree que decir palabrotas y usar frases predecibles es suficiente en una campaña, pero lo cierto es que no ha sabido capitalizar los errores que desde el oficialismo se han cometido.
Por otro lado, el candidato de oposición nunca resolvió si era gobernador, si tenía o no sustituto interno, dejando un caos en su estado y viajando por el país en un auto que ni soñando podría comprar el 70% de cualquier mexicano. Ese candidato que como gobernador ha pasado por encima de las leyes y la Constitución, decidió apoyarse en su esposa y ella fue la protagonista de su campaña. Ella fue la única capaz de acalambrar a las otras 2 mujeres que compiten.
A más de 200 días de la votación, la candidata oficial lleva el doble de ventaja que su opositora y seis veces más que el candidato de las redes sociales. No necesita hacer mucho más que seguir en la zona de confort. Replicar cuando conviene y callar cuando se necesita. Mientras no salga del guion, tiene la silla garantizada.
A ocho meses de la elección, no hay oposición política y los contrapesos en el Legislativo y Judicial se mueven en una línea muy delgada.
Todo indica que Claudia ya ganó, sin embargo, hoy, la luz al final del túnel está en la sociedad civil organizada cuando deje de ser súbdita y empiece a ser ciudadana. Se acerca otra oportunidad cuando estén frente a una urna y una boleta para no darle todo a una sola candidata o partido. Ningún político lo vale.
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