La comunidad internacional en pleno coincidió este domingo en la ONU, durante una sesión de emergencia del Consejo de Seguridad solicitada por Israel, en un llamamiento a evitar la escalada en Oriente Medio, a la que se sumó incluso Irán.
Sin embargo, el embajador de Israel, Gilad Erdan, respondió que nadie tenía derecho a pedir a su país “quedarse de brazos cruzados” tras el ataque con drones y misiles lanzado en la noche del sábado por Irán contra Israel y los territorios que ocupa en Palestina y Siria, y agregó: “Somos una nación de leones”.
Había gran expectación por el tono que utilizarían Irán e Israel ante el Consejo de Seguridad, el único lugar del mundo donde los representantes de estos dos países sin relaciones diplomáticas se sientan a solo metros de distancia.
Tanto Erdan como el representante iraní Saeed Iravani se acusaron de ser el principal actor de desestabilización regional. Para el israelí, Irán ha llenado la región de ‘proxys’ (agentes delegados) que buscan su destrucción incansablemente desde Yemen, Líbano o Siria a través de milicias aliadas.
Mientras que Iravani recordó las múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad ignoradas por Israel en el conflicto palestino o las atribuciones que ese país se da de intervenir extraterritorialmente, como cuando el 1 de abril atacó el Consulado iraní en Damasco, matando a 13 personas (siete de ellos iraníes) sin que la comunidad internacional reaccionara, lamentó el iraní.
El papel de Estados Unidos
La implicación de Estados Unidos en el último ataque, reconocida por Washington e Israel y que consistió en la intercepción de los misiles lanzados desde Irán, había elevado el nivel de preocupación por la posible extensión del conflicto, dada la estrecha alianza que Estados Unidos tiene con Israel.
Y de hecho, el embajador israelí dio las gracias expresamente a Estados Unidos: “Deseo aprovechar la ocasión para agradecer a Estados Unidos y nuestros aliados -no citó otros nombres- por permanecer a nuestro lado y defendernos contra el régimen de los ayatolas”, dijo Erdan.
Minutos después, el representante iraní no eludió la cuestión pero huyó del tono beligerante: su país -dijo- “no tiene intención de entrar en conflicto con Estados Unidos en la región” y ha demostrado “compromiso con la paz, además de contención” tras comprobarse la implicación de Estados Unidos en la intercepción de drones y misiles iraníes.
Ahora bien, si Estados Unidos fuera más allá e iniciara una operación contra ciudadanos iraníes o intereses, “usaremos nuestro derecho inherente a responder de forma proporcionada”, advirtió el diplomático.
Por una desescalada con distintos matices
Las peticiones a evitar la escalada llegaron de todas las bocas, empezando por el secretario general, António Guterres -que solicitó intervenir en esta sesión extraordinaria de domingo- y siguiendo por Rusia, China o Estados Unidos, habitualmente enfrentados en casi todo.
Guterres dijo que “ni la región ni el mundo pueden permitirse otra guerra”, e insistió en tres ocasiones en la “responsabilidad común” que tiene la comunidad internacional para evitar una escalada entre Irán e Israel, lograr un alto el fuego en Gaza, garantizar la liberación de los rehenes en manos de Hamás y prevenir un deterioro de la violencia en Cisjordania.
El embajador ruso, que también llamó a la calma, no dejó de subrayar “la hipocresía y el doble rasero (del Consejo de Seguridad), que casi da vergüenza mirar”, ante el hecho de que el ataque contra Israel haya merecido una sesión urgente incluso en domingo pero no sucedió así cuando Rusia solicitó una similar tras el bombardeo de Israel contra el consulado de Damasco.
El elefante en la habitación se llamaba hoy la guerra de Gaza: con todos los países conteniendo el aliento por una posible nueva guerra, se corría el peligro de olvidar la que efectivamente tiene lugar enl la franja palestina desde hace seis meses.
Sin embargo, la mayoría de oradores -con excepción del israelí- no la olvidaron y pidieron pasos para lograr un alto el fuego inmediato, algo que pidieron incluso Estados Unidos y el Reino Unido, aliados inquebrantables de Israel, pese a que este país se niega a cualquier tipo de tregua.