Cinco promesas hechas en cumbres climáticas de la ONU y lo que ha ocurrido después

Cinco promesas hechas en cumbres climáticas de la ONU y lo que ha ocurrido después


DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos (AP) — Cuando las negociaciones climáticas de Naciones Unidas en Dubái terminen en algún momento de esta semana, es probable que se hagan grandes promesas sobre cómo va a combatir el planeta el cambio climático, provocado por la quema de combustibles fósiles como el petróleo, el carbón y el gas.

Los negociadores debaten a qué velocidad debe reducirse el consumo de esos combustibles fósiles y cómo se pagaría una gran transición a la energía limpia, lo que plantea la posibilidad de un acuerdo histórico.

Cumbres anteriores han terminado con asignación de fondos para ayudar a países en desarrollo en la transición a la energía limpia, compromisos de recortes de polución y promesas de mantener a las personas más vulnerables en el centro de las conversaciones políticas.

Pero, ¿han cumplido su palabra los países?

Antes de que se conozca cualquier decisión de las conversaciones de este año, un repaso a cinco grandes promesas de casi 30 años de cumbres, y qué ha ocurrido desde entonces.

RECORTES DE EMISIONES EN KIOTO

La tercera cumbre climática se celebró en Kioto, Japón, en 1997, uno de los años más calurosos registrados en el siglo XX.

El acuerdo, conocido como el Protocolo de Kioto, pedía a 41 países de grandes emisiones en todo el mundo y a la Unión Europea que redujeran sus emisiones un poco más del 5% en comparación con los niveles de 1990. Las emisiones pueden reducirse de muchas formas, ya sea desplegando energías limpias como la eólica y la solar que no emiten gases de efecto invernadero o haciendo que cosas que sí lo hacen, como vehículos con motores de combustión, funcionen de forma menos contaminante.

Pese al acuerdo de reducción de emisiones, hasta 2005 los países no acordaron por fin aplicar el Protocolo de Kioto. Estados Unidos y China, los dos mayores emisores tanto entonces como ahora, no firmaron el acuerdo.

En cuando a las promesas hechas, Kioto no tuvo éxito. Las emisiones se han incrementado de forma drástica desde entonces. En su momento, 1997 fue el año más caluroso registrado desde la era preindustrial. Ese récord se batió en 1998 y más de una docena de veces desde entonces.

Sin embargo, Kioto sigue considerado como un momento histórico en la lucha contra el cambio climático porque fue la primera vez que tantos países reconocían el problema y prometían hacer algo al respecto.

EL EFECTIVO PARA EL CLIMA DE COPENHAGUE

Para cuando llegó la conferencia de 2009 en Dinamarca, el mundo completaba su década más calurosa registrada, una marca que se ha superado después.

La cumbre está ampliamente considerada como un fracaso por las diferencias entre países desarrollados y en desarrollo en cuanto a reducción de emisiones, y sobre si las naciones más pobres podrían utilizar los combustibles fósiles para hacer crecer sus economías. Aun así, incluyó una promesa importante: dinero para que los países hicieran la transición a la energía limpia.

Los países ricos prometieron enviar 100.000 millones de dólares al año a los países en desarrollo para tecnología limpia para 2020. Pero esa cifra no se alcanzó en los primeros años de la década de 2020, lo que provocó críticas tanto de los países en desarrollo como de los ecologistas.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) dijo en 2022 que los países ricos podrían haber alcanzado e incluso superado el objetivo de 100.000 millones de dólares. Pero Oxfam, una organización que lucha contra la pobreza, dijo que probablemente el 70% de los fondos eran préstamos que en realidad incrementaban la crisis de deuda en países en desarrollo.

Y conforme empeoraba el cambio climático, los expertos señalaron que los fondos prometidos no bastaban. Una investigación publicada por el economista climático Nicholas Stern concluyó que los países en desarrollo probablemente necesiten 2 billones de dólares al año para acciones climáticas para 2030.

EL ACUERDO DE PARÍS

Casi 200 países aprobaron en 2015 un pacto global para combatir el cambio climático que pedía al mundo reducir los gases de efecto invernadero de forma colectiva. Pero decidieron que no sería vinculante, de modo que los países que no cumplieran no serían sancionados.

El Acuerdo de París está ampliamente considerado como el mayor logro de Naciones Unidas en los esfuerzos por combatir el cambio climático. Se acordó hace exactamente ocho años, el 12 de diciembre, con una ovación en pie en el salón de plenos. Los países acordaron mantener el calentamiento “muy por debajo” de los 2º Celsius (3,8º Fahrenheit) respecto a la era preindustrial, e idealmente en un máximo de 1,5º Celsius (2,7º Fahrenheit).

El legado de París continúa y el objetivo de limitar el calentamiento a 1,5º sigue siendo un elemento central de las conversaciones. Los científicos están de acuerdo en que ese umbral debe mantenerse porque cada décima de grado de calentamiento conlleva consecuencias aún más desastrosas en forma de fenómenos meteorológicos extremos en un planeta ya caliente.

El mundo no ha superado el límite fijado —desde principios del siglo XIX se ha calentado en torno a 1,1º o 1,2º Celsius, o de 2º a 2,2º Fahrenheit— pero va camino de rebasarlo a menos que se reduzcan las emisiones con rapidez.

GLASGOW Y EL CARBÓN

Seis años después de París, el calentamiento global había alcanzado tal punto crítico que los negociadores buscaban un nuevo compromiso con los objetivos de mantenerlo en los niveles acordados en 2015.

La temperatura media ya era de 1,1º Celsius (1,9º Fahrenheit) más alta que en la era preindustrial.

La cumbre de Glasgow se pospuso hasta 2021 conforme el mundo emergía de la pandemia del COVID-19. la cita incluyó protestas masivas lideradas por la activista climática Greta Thunberg, que ayudó a liderar un movimiento global de activistas jóvenes para exigir más acciones de sus líderes.

Tras discrepancias de última hora sobre la redacción del documento final, los países acordaron “reducir de forma gradual” el empleo de carbón, una fórmula más suave que la inicial de “eliminar de forma gradual”. India y China, dos economías muy dependientes del carbón, presionaron para rebajar el texto.

La quema de carbón produce más emisiones que cualquier otro combustible fósil, aproximadamente el 40% de las emisiones globales de dióxido de carbono. El consumo de carbón y petróleo también es una importante fuente de emisiones.

Por ahora, los países no han cumplido el acuerdo de Glasgow. Las emisiones provocadas por el carbón han crecido ligeramente y los países que más lo consumen aún no han empezado a abandonar el más contaminante de los combustibles fósiles.

India es un ejemplo. El país depende del carbón para producir más del 70% de su electricidad y tiene prevista una gran ampliación de su capacidad para generar energía con carbón en los próximos 16 meses.

PÉRDIDAS Y DAÑOS EN SHARM EL SHEIJ

En la conferencia climática del año pasado en el balneario egipcio de Sharm el Sheij, los países acordaron por primera vez crear un fondo para ayudar a los países pobres a recuperarse del impacto del cambio climático.

Unos meses después de que unas inundaciones devastadoras en Pakistán mataran a casi 2.000 personas y provocaran daños por valor de más de 3,2 billones de dólares, los delegados de la COP27 decidieron establecer el fondo de pérdidas y daños para compensar por las viviendas destruidas, tierras inundadas e ingresos perdidos por cosechas dañadas por el cambio climático.

Tras discrepancias sobre su formato, el fondo se creó oficialmente en el primer día de las conversaciones de este año en Dubái. Ya se han prometido unos 700 millones de dólares. Los compromisos —y las cantidades que decide aportar cada país— son voluntarios.

Los expertos climáticos dicen que el dinero prometido es apenas una fracción de los miles de millones de dólares necesarios, ya que los fenómenos meteorológicos extremos como ciclones, subida del nivel del mar, inundaciones y sequías se están incrementando conforme suben las temperaturas. ___

NOTA DEL EDITOR: Este artículo forma parte de una serie producida dentro del Programa de Periodismo Climático de India, una colaboración entre The Associated Press, el Centro Stanley para la Paz y la Seguridad y el Press Trust of India.





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