(RFI).- La selva amazónica en Brasil registró su menor tasa de deforestación para un primer bimestre desde hace 6 años. Las cifras, publicadas por el Instituto Hombre y Medio Ambiente de la Amazonia, Imazon, que usa datos satelitales, confirman la tendencia a la baja de la tasa de la deforestación desde el regreso al poder de Ignacio Lula da Silva. El presidente de izquierda que llegó con la promesa de acabar con la destrucción de la Amazonia.
Rómulo Batista, portavoz del programa de protección de bosques de la ONG Greenpeace en Brasil, explica a qué se debe estas cifras positivas: “Es una gran noticia el cambio en el discurso del gobierno en sus acciones para el combate a la deforestación en la esfera federal. Acá en la Amazonia ha contribuido de manera muy fuerte para alcanzar esos índices de deforestación más bajos”.
Sin embargo, estamos lejos del objetivo de deforestación cero. Se han perdido 196 kilómetros cuadrados, según los datos satelitales. “Históricamente es la ganadería el principal motor de la deforestación en la Amazonía. Estamos muy lejos de la meta establecida por el Plan Nacional de la Lucha contra el Cambio Climático y cumplir el Acuerdo de París”, dice Batista.
Muchos se habla de la Amazonía brasileña, pero varias organizaciones ecologistas alertan sobre la degradación de toda la región del Cerrado, “es la sabana con mayor biodiversidad del mundo y hogar del 5% de los animales y plantas de todo el planeta”, según reseña WWF. Está principalmente en Brasil, pero que se extiende a las regiones limítrofes de Paraguay y Bolivia.
“El Cerrado tiene mucho menor protección en relación a la Amazonía. Allí también tenemos la ganadería como un proceso importante de destrucción, pero también el cultivo, en especial la soya, que es su gran mayoría exportada para otros países”, concluye Rómulo Batista, portavoz del programa de protección de bosques de la ONG Greenpeace en Brasil.
Según cálculos de otra ONG internacional ecologista Mighty Heart. La tasa de desmonte se ha duplicado en 2022 en algunas regiones agrícolas del cerrado brasileño, lo que hace temer que se está sacrificando esta región de gran importancia para la biodiversidad y los recursos hídricos.