Lo primero que encuentras al entrar a la cabecera municipal de Tila es un letrero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) al que le arrojaron un bote de pintura negra, que escurre manchando letras e íconos. Metros adelante hay un auto quemado, casas quemadas y, a pesar de que las fuerzas de seguridad han limpiado las calles, aun quedan en el piso casquillos de balas.
Son los signos de las batallas que se viven en este lugar donde, desde 2015, no hay representación de las autoridades. Un conflicto que en su origen fue agrario se dejó crecer y ahora, el componente de grupos armados se entremezcla provocando el desplazamiento forzado del pueblo que salió del lugar en un éxodo masivo, el pasado 7 de junio, tras vivir cuatro días bajo el ataque de personas armadas.
Las casas permanecen cerradas en Tila. Es el sexto día desde que la población abandonó el lugar. De una de las casas cercanas al santuario del Cristo Negro que antes era visitado por miles de peregrinos de varias partes del país, un anciano salió de su vivienda porque quería hablar con periodistas que este día acudimos al lugar.
“Pedimos que vuelva la tranquilidad como antes, que vuelva lo normal, lo que queremos es vivir en paz. Yo me decidí quedar porque no puedo estar otro lugar. Yo no me salí porque tengo mis animales (gallinas). No me meto en problemas”, dijo el anciano.
Asegura que en días recientes no se han escuchado disparos, que no tiene temor de permanecer en su casa y que se siente libre. Sin embargo, aún cuando pidió que sus palabras se difundieran, no quiere ser identificado en la grabación, le preocupa que pueda ser agredido.
Dos cuadras adelante una anciana también abrió su casa al escuchar que periodistas pasaban. Dijo que por su edad ella decidió no abandonar su vivienda, aun cuando sus dos hijos y las familias de sus hijos sí lo hicieron. Se encuentra sola en la casa.
Por las escaleras que suben al recinto religioso baja con dificultad un anciano casi ciego y herido de un brazo, lo apoya una joven que lleva cargando un bebe, mientras dos niños pequeños van adelante. Dice que cerca de su casa hubo disparos e incendiaron viviendas, pero ellos decidieron no salir el pasado 7 de junio, por su estado de salud.
El olor a quemado aun se siente al pasar las calles. Perros deambulan solos. Uno corre detrás de la camioneta donde una familia desplazada colocó mesas, camas y algunos objetos que llegó a sacar de su vivienda. El perro regresó cuando se cansó de correr, su familia se fue sin él.
Este miércoles unas pocas personas regresaron para supervisar sus casas, para sacar algunos objetos, o para desocupar y abandonar definitivamente el lugar.
Una casa color mostaza, ubicada en la calle Belisario Domínguez numero 17, del Barrio Concepción, fue quemada. Por las ventanas de vidrios rotos se observa un auto quemado; camas, refrigerador y todos los otros muebles fueron arrasados por el fuego. Afuera de esta vivienda aún hay casquillos percutidos de bala calibres 9 y 55 milímetros; también de escopeta.
La anciana dueña de la vivienda, quien ahora se encuentra desplazada, en el albergue que el gobierno instaló en el municipio vecino de Yajalón, dice que ella salvó la vida porque se encontraba en San Cristóbal de Las Casas cuando fue la agresión. En esa casa vivió 48 años, dice que no la va a dejar.
Antes de entrar a la cabecera municipal de Tila hay un destacamento con uniformados del Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, también hay patrullajes de los uniformados. Otros patrullan las calles.
En las instalaciones del Colegio de Bachilleres de Chiapas (Cobach) los militares instalaron un centro de atención a la salud. El IMSS también instaló en ese lugar unos vehículos con equipo especializado para hacer estudios de laboratorio. Ahí también llevaron despensas destinadas a la población desplazada.
En el primer día desde que instalaron el servicio, sólo se acercaron tres personas. A las 14:00 horas de su segundo día solo dos mujeres pidieron despensas, una de ellas, con un embarazo avanzado. El personal de atención dice que ahí esperará a que la población retorne.
La tarde de este jueves llegaron al campamento de desplazados un grupo de unas 200 personas de la Secretaría del Bienestar. En el uniforme de algunas decían: censo. Los desplazados pensaron que iban a levantar un censo, pero sólo llegaron a avisarles que, en la cabecera municipal de Tila, de donde salieron desplazados, iban a instalar oficinas de atención para ofrecerles becas y programas sociales.
“Nada mas les venimos a informar que mañana nos instaremos en Tila, en el Cobach, en un modelo de información permanente con nuestros programas sociales. También para demostrar que hay las garantías, condiciones de seguridad, está el Ejército ahí. Tenemos la intención de hacer un censo casa por casa, nuestras reglas de operación permiten eso, hacerlo casa por casa, tomar los nombres de los miembros de las familias y es todo un protocolo que tenemos con nuestros formatos (…) cuando ellos lo determinen, si es en una semana, si es en dos días, si es en un mes, empezaríamos con ese censo”, dijo Irene Gatica, quien dijo venía de las oficinas centrales de la dependencia.
Los pobladores la increparon. Algunos dijeron que esto era una estrategia para obligarlos a regresar sin las condiciones de seguridad que demandan, entre ellas la desarticulación y desarme de sus agresores. El miércoles la población desplazada acordó no retornar sin que se cumpliera esta condición.