Alexéi Navalny: retrospectiva a la carrera del oponente número uno de Vladímir Putin

Alexéi Navalny: retrospectiva a la carrera del oponente número uno de Vladímir Putin


CIUDAD DE MÉXICO (France24).- Crítico del Kremlin y de la corrupción en Rusia, el opositor Alexéi Navalny murió en prisión este viernes 16 de febrero. Trayectoria de un activista involucrado en una lucha desigual con el poder ruso, acusado y condenado a más de 30 años de prisión en dictámenes que sus defensores califican de persecución política. 

El enemigo número uno del Kremlin, Alexéi Navalny, de 47 años, falleció el viernes 16 de febrero, anunció la administración penitenciaria rusa. Su muerte se produce un mes antes de las próximas elecciones presidenciales rusas en las que Vladimir Putin se ha declarado candidato. 

Una mirada retrospectiva a la agitada vida de Alexéi Navalny, quien se estableció como una de las pocas figuras de la oposición que desafió directamente al poder ruso encarnado por Putin.

Un activista anticorrupción

La notoriedad de este abogado de formación, casado, padre de dos hijos y ortodoxo practicante, no paró de crecer en los últimos años, más en Occidente que en su propio país, a raíz de sus detenciones y encarcelamientos.

Todo empezó con el lanzamiento, en 2007, de su cruzada anticorrupción a través de la red social LiveJournal y, a partir de 2009, en su blog personal Rospil.info, totalmente desconocido en Rusia. Alexéi Navalny dedicó sus energías a denunciar el alcance de la corrupción que azota al país.

En 2010, acusó a Transneft, un gigante de la industria energética rusa, de haber malversado 4.000 millones de dólares (3.300 millones de euros) durante la construcción de un gigantesco oleoducto que une Siberia con el Océano Pacífico. Sus métodos y revelaciones le valieron el apodo de ‘el Julian Assange ruso’ por parte de los medios occidentales, en referencia al fundador de WikiLeaks.

En 2011, fundó una organización, el Fondo Anticorrupción (FBK), para rastrear la malversación de fondos en empresas públicas y la corrupción en los grandes grupos rusos. Las investigaciones bien documentadas de Alexéi Navalny y sus equipos generaron millones de visitas en YouTube y resultaron inquietantes incluso más allá de la esfera política.

El oponente suscitó numerosas enemistades al no dudar en atacar a los buques insignia de la economía rusa, ya fuera el gigante Gazprom, que tiene el monopolio de la explotación del gas natural en Rusia; Rosneft, la principal petrolera del país, o al banco VTP.

Después de haber sido objeto de varias trabas administrativas, de una investigación por “blanqueo de dinero” y de tener sus cuentas congeladas, el FBK fue clasificado, en octubre de 2019, como “agente extranjero” por el Ministerio de Justicia.

No elegible hasta 2028

Al mismo tiempo, con la legitimidad obtenida debido a su lucha contra la corrupción, Alexéi Navalny estuvo cada vez más involucrado en la arena política, donde la oposición se veía marginada e ignorada por los medios de comunicación, controlados por quienes estaban en el poder.

Después de las elecciones legislativas de 2011, ganadas por el partido de Vladimir Putin, Rusia Unida, inició una nueva lucha con el que llamó “el partido de los ladrones y delincuentes”, denunciando fraudes electorales observados durante la votación.

El carisma y la capacidad de oratoria de Alexéi Navalny lo impulsaron a las filas de los líderes de las protestas en el invierno de 2011-2012, en las que la oposición movilizó a cientos de miles de manifestantes contra el Gobierno.

Su omnipresencia en las redes sociales y su activismo le dieron una mayor visibilidad, pero también le costaron numerosas citaciones judiciales y campañas de desprestigio que llegaron a acusarlo de ser un agente de la CIA.

En 2012, fue condenado a 15 días de prisión tras enfrentamientos con la policía durante una manifestación, antes de ser puesto bajo arresto domiciliario durante casi un año, entre febrero de 2014 y febrero de 2015, en el marco de un procedimiento que también persigue a su hermano, Oleg Navalny.

Los dos hombres fueron acusados conjuntamente de haber malversado 27 millones de rublos (394.000 euros) en perjuicio del fabricante de cosméticos francés Yves Rocher. 

Por su parte, Alexéi Navalny, que rechazó enérgicamente todas las acusaciones de malversación de fondos, multiplicó las provocaciones violando su arresto domiciliario, acudiendo a una manifestación bajo los muros del Kremlin en diciembre de 2014 y luego cortándo su pulsera electrónica a principios de enero de 2015.

‘Poder de molestia’

El oponente no se rindió, logró presentar su candidatura a la alcaldía de Moscú en 2013 y obtuvo oficialmente el 27% de los votos. Un resultado que estimó muy inferior a su puntuación real y que le llevó a solicitar, en vano, un recuento.

Esta fue la última vez que Alexéi Navalny estuvo autorizado a participar en unas elecciones en territorio ruso. 

Su candidatura a las elecciones presidenciales de 2018 fue rechazada por la Comisión Electoral Central, debido a una pena de prisión suspendida de cinco años por malversación de fondos en un caso que se remonta a 2009. La Comisión incluso advirtió que el opositor no podría presentarse a las elecciones antes de 2028. Navalny acusa al Kremlin de torpedear su candidatura para asfixiar a la oposición.

Pero incluso cuando fue declarado no elegible, el activista, alguna vez cercano a los círculos ultranacionalistas, llamó a la oposición a permanecer movilizada, aumentó las convocatorias de manifestaciones y mantuvo un ‘poder de molestia’.

En septiembre de 2019, mientras unos 60 candidatos de la oposición, algunos de los cuales aliados suyos, fueron excluidos de las elecciones que debían renovar el Parlamento de Moscú, Alexéi Navalny pidió a sus seguidores que votaran de manera “útil”. Precisamente a favor del candidato mejor situado frente al del poder. Una estrategia rentable que hizo que el partido Rusia Unida perdiera 19 de los 45 escaños de la capital.

Pero mientras preparaba una campaña activa con vistas a las elecciones legislativas rusas previstas para septiembre, el 20 de agosto de 2020, Alexéi Navalny fue internado en cuidados intensivos en estado grave en un hospital de Siberia tras sentirse mal a bordo de un avión. Este fue el comienzo del presunto envenenamiento ordenado según el opositor por Vladimir Putin.

Luego fue trasladado a Alemania, donde fue tratado tras la intoxicación. Lejos de exiliarse, Alexéi Navalny regresó audazmente a Rusia el 17 de enero de 2021, a sabiendas de que sería arrestado allí. Tan pronto como llegó al aeropuerto, fue detenido frente a cámaras de todo el mundo.

Dos días después, el oponente atacó de nuevo. En un vídeo visto decenas de millones de veces en YouTube, acusó a Vladimir Putin de poseer un suntuoso palacio en el mar Negro. La onda expansiva fue tal, que el presidente ruso se vió obligado a desmentirlo personalmente. 

A pesar de su éxito y del asunto de su envenenamiento, la movilización popular en Rusia ha seguido siendo tímida y las manifestaciones fueron rápidamente reprimidas.

Las autoridades se mostraron decididas a doblegar al oponente que, por su parte, dijo estar decidido a no ceder nunca. “No me callaré y espero que todos los que me escuchen no se callen”, proclamó ante el tribunal en septiembre de 2022, tras 12 días de aislamiento por haber condenado la invasión en Ucrania.

Desaparecido del radar desde hace varias semanas, Alexéi Navalny dio la noticia a finales de diciembre de 2023 en las redes sociales, asegurando que se encontraba “bien”, tras su  traslado a una colonia penitenciaria en el Ártico ruso. 

El 1 de febrero de 2024 convocó a manifestaciones durante las elecciones presidenciales, previstas del 15 al 17 de marzo. “Me gusta la idea de que aquellos que votan contra Putin vayan a las urnas al mismo tiempo, al mediodía. Al mediodía contra Putin”. Una declaración final que servirá como legado político para sus seguidores.

 





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