Después de tanta palabrería y tanto bombo y platillo, Noah Lyles cumplió cuando más importaba y ganó el domingo una extraordinaria final olímpica de 100 metros por cinco milésimas de segundo, dando a Estados Unidos el título por primera vez en 20 años.
En una de las finales más competidas de todos los tiempos, hubo un final de foto finish para los siete primeros atletas. A continuación, el marcador confirmó la victoria de Lyles, con una mejor marca personal de 9,79 segundos, el mismo tiempo que el jamaicano Kishane Thompson.
Si la carrera hubiera sido de 99 metros, Thompson habría estado celebrando, pero Lyles tuvo un gran final y logró añadir el oro olímpico a su título mundial.
Al confirmarse su ajustado triunfo, arrancó el dorsal de la camiseta y lo levantó en alto, anunciándose, como siempre había prometido, como el hombre más rápido del mundo.
“Es lo que quería, una dura batalla con unos rivales increíbles”, dijo Lyles, el primer campeón olímpico estadounidense de 100 metros desde Justin Gatlin en 2004.
“Todos venían preparados para la lucha y yo quería demostrar que soy el mejor de todos, soy el lobo entre los lobos”.
Su compatriota Fred Kerley se hizo con el bronce en 9,81 y el sudafricano Akani Simbini fue cuarto, marcando un récord nacional de 9,83. El defensor del título, el italiano Lamont Marcell Jacobs, terminó quinto en 9,85.
Fue tal fue la calidad de la carrera que el jamaicano Oblique Seville, octavo, llegó a la meta en 9,91 segundos, la primera vez que ocho hombres acaban por debajo de los 10 segundos en una carrera de 100 metros con fuerza de viento legal.