CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Científicos de la Universidad de Cambridge han desarrollado sensores adaptativos y ecológicos que pueden imprimirse directa e imperceptiblemente en diversas superficies biológicas, las cuales podrían usarse para el monitoreo de la salud, la realidad virtual, la agricultura de precisión e incluso el monitoreo ambiental.
El método para crear estos sensores fue inspirado por la seda de las arañas, la cual es muy adaptable y se puede adherir a una gran variedad de superficies. Esta fibra, en específico, puede colocarse sobre un dedo, el pétalo de flor o un diente de león, entre otros.
Estas “sedas de araña” también incorporan tecnología bioelectrónica y las fibras son, al menos, 50 veces más pequeñas que un cabello humano. Según los investigadores, estos dispositivos se adaptan a la piel humana y permiten la exposición de los poros del sudor, por lo que el usuario no detecta su presencia.
Los desarrolladores de esta tecnología esperan que aumentar la sensibilidad de la piel humana pueda cambiar la forma en que interactuamos con el mundo que nos rodea y comprender mejor las sensaciones de la piel. Además, los científicos esperan que estos sensores mejoren la sensación de “realidad” en los juegos o en las aplicaciones de realidad virtual.
“También queremos bioelectrónica que sea completamente imperceptible para el usuario, de modo que no interfiera de ninguna manera con la forma en que el usuario interactúa con el mundo, y queremos que sea sostenible y que genere pocos residuos”, explicó el profesor Yan Yan Shery Huang del Departamento de Ingeniería de Cambridge, quien dirigió la investigación.
Hasta ahora, existen varios métodos para fabricar sensores portátiles, pero todos tienen inconvenientes, como: películas de plástico que no dejan pasar el gas o la humedad; algunos interfieren con la sensación normal; dependen de técnicas de fabricación que consumen mucha energía y residuos; la impresión 3D genera dispositivos más gruesos que pueden interferir con el comportamiento normal; otros no tienen un alto grado de sensibilidad o sofisticación y son difíciles de trasladar al objeto en cuestión.
Esta “seda de araña” bioelectrónica fue creada a partir de PEDOT:PSS (un polímero conductor biocompatible), ácido hialurónico y óxido de polietileno. Las fibras de alto rendimiento se produjeron a partir de una solución a base de agua a temperatura ambiente, lo que permitió a los investigadores controlar la “capacidad de hilado” de las fibras.
Las fibras se transforman en “superficies vivas” y microestructuras parecidas a las de las huellas dactilares, gracias a un método de giro orbital diseñado por los científicos. Además, estos dispositivos se pueden reparar y generan menos de un miligramo de residuos, en comparación, una sola carga de ropa produce entre 600 y mil 500 miligramos de residuos de fibra.
“Utilizando nuestra sencilla técnica de fabricación, podemos colocar sensores prácticamente en cualquier lugar y repararlos donde y cuando lo necesiten, sin necesidad de una gran máquina de impresión o una instalación de fabricación centralizada”, afirmó Huang. “Estos sensores se pueden fabricar bajo demanda, justo donde se necesitan y producen residuos y emisiones mínimas”.