Lecciones de la alternancia mexiquense de 2023, de cara al 2 de junio | Artículo

Lecciones de la alternancia mexiquense de 2023, de cara al 2 de junio  | Artículo

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Por: Willibald Sonnleitner y Aldo Muñoz.

El 4 de junio de 2023 la abanderada del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Delfina Gómez, ganó la gubernatura del Estado de México con 52% del voto. Con esta alternancia histórica –la primera en nueve décadas en este sólido bastión del Partido Revolucionario Institucional (PRI)– concluyó un intenso ciclo electoral, abierto por el tsunami que arrasó con los partidos tradicionales de gobierno en 2018. En cinco años, un partido-movimiento recién formado conquistó los gobiernos de 21 entidades con más de dos terceras partes del electorado nacional.

El mismo día, el morenista Armando Guadiana fracasó en su contienda por la gubernatura de Coahuila al obtener 21% del sufragio. Un año antes, Morena había perdido la mayoría de los ayuntamientos y la gubernatura de Durango en los comicios locales de junio 2022, tras haber movilizado a 17.7%% de los mexicanos inscritos en el plebiscito revocatorio en abril, y a 7.1% en la consulta popular de agosto de 2021. En junio del mismo año el partido guinda obtuvo 34% del voto emitido en las legislativas federales de medio mandato, así como 31.3% en las legislativas locales y 27.7% en los comicios municipales que se organizaron entre 2020 y 2022 a lo largo y ancho del país.

Cuando se observa desde arriba –en el nivel estatal–, Morena ha avanzado como una aplanadora incontenible, impulsada por un potente bloque mayoritario. Cuando se estudia desde abajo, sin embargo, se registra una marcada fragmentación partidista que revela un proceso sostenido de descomposición política –particularmente en el nivel municipal–. Ambos procesos se observaron, con nitidez, en los comicios para la gubernatura del Estado de México en 2023, de cuyo análisis se desprenden lecciones útiles para las elecciones generales del próximo 2 de junio. A continuación, presentamos algunos hallazgos interesantes de una investigación más amplia que realizamos conjuntamente el año pasado, publicada recientemente en la revista académica Intersticios Sociales.

Destacamos tres lecciones importantes de cara a los comicios venideros. En primer lugar, la contienda resultó mucho más reñida que lo que anticiparon las encuestas. Durante largos meses, éstas le dieron una amplia ventaja a Delfina Gómez, que rondaba el 60% de la intención de voto, frente al 40% de Alejandra del Moral. El resultado real fue una diferencia de 8.4 puntos porcentuales. Ello se debe en parte a los efectos que tuvo la corta campaña de Alejandra del Moral, quien se tardó en construir su coalición seis meses después de que Delfina Gómez inició su proselitismo, una vez que resultó victoriosa en la encuesta interna de Morena. Como se observa en la gráfica 1, Gómez obtuvo una amplia ventaja entre los votantes que ya habían definido su voto antes del inicio de las campañas legales, mientras que la contienda se cerró entre quienes tomaron su decisión en los últimos tres meses; la proporción incluso se invirtió entre quienes decidieron hacerlo en las últimas semanas.

Gráfica 1: Voto partidista en función del momento de la decisión electoral (2023)

La segunda lección es que, en un contexto de creciente fragmentación partidista, el llamado “voto duro” ya no alcanza para ganar elecciones y los segmentos apartidistas adquieren un peso decisivo. En términos generales, el PRI se recuperó ligeramente y cumplió su meta electoral al obtener un millón 800 mil sufragios, incrementando su votación con respecto a 2017. Por su parte, el PAN resistió en sus bastiones tradicionales de la zona poniente, pero ni con los votos del PRD (que redujo en una tercera parte su votación) y Nueva Alianza, Alejandra logró vencer a Delfina, cuyo partido obtuvo el triunfo porque amplió la base de sus simpatizantes.

Como se observa en las gráficas 2-4, la identificación de los votantes afines al PRI bajó de 25% a 16% entre 2017 y 2023; los perredistas disminuyeron de 8% a 2% y solo los panistas se mantuvieron igual (con 7%); en cambio, los morenistas pasaron de 12% a 30%. Se dividieron, sobre todo, las preferencias entre los apartidistas: 54% de ellos se inclinaron por Delfina Gómez.

Gráficas 2-4: identificación partidista y preferencia electoral (2017 y 2023)

La heterogeneidad de las coaliciones también se refleja en los perfiles socio-demográficos de los distintos electorados, en las encuestas de salida y en los resultados oficiales desagregados en el nivel de las secciones electorales. Como lo revela la gráfica 5, Alejandra del Moral ganó tanto entre los segmentos priístas sin escolaridad, como entre los segmentos panistas con los mayores niveles de escolaridad, mientras que Delfina Gómez amplió su margen de victoria entre los votantes de Morena, el PVEM y el PT, en los segmentos intermedios con primaria, secundaria y/o preparatoria.

Gráfica 5: Voto partidista y margen de victoria por nivel de escolaridad (2023)

De ahí la importancia de la tercera lección, que subraya el papel crucial de los niveles variables de cohesión interna de las distintas alianzas: algunas coaliciones partidistas logran cohesionar y sumar votos, mientras que otras los dispersan o los restan. Agruparse en coaliciones no necesariamente garantiza un mayor caudal de sufragios, ya que los liderazgos intermedios, los militantes y los simpatizantes de las fuerzas coaligadas, también deben refrendar lo acordado por las cupulas partidistas. Solo cuando ello ocurre, pueden construirse exitosamente “coaliciones concordantes”.

La clave de la victoria de Delfina Gómez residió en el alto nivel de cohesión de la Alianza Juntos Hacemos Historia, conformada por Morena, PT y PVEM. Ésta se benefició de las afinidades ideológicas entre los partidos coaligados, del fuerte consenso sobre su candidatura mucho antes que iniciara la campaña, así como de su éxito como contendiente en los comicios previos de 2017. Además de consolidar su presencia a lo largo y ancho del territorio mexiquense, ésta operó su campaña efectivamente, bajo un mando unificado.

En contraste, la Alianza Va por el Estado de México, que se fraguó tardíamente entre el PRI, el PAN, el PRD y Nueva Alianza, en torno a la candidatura de Alejandra del Moral, fracasó por tensiones internas que iniciaron desde la selección de la candidatura. Alejandra del Moral tuvo que sortear divergencias dentro de su propio partido para obtener el apoyo de los liderazgos y las bases tricolores. Luego, tardó en convencer al resto de partidos sobre su postulación y se presentaron fricciones sobre el reparto de posiciones entre los liderazgos partidistas. Por si fuera poco, su alianza también sufrió del desprestigio creciente del PRI, que generó resistencias entre las bases y las estructuras territoriales, tanto del PAN como del PRD. Ello obligó a desplegar campañas segmentadas con diferentes estructuras de mando, distribuidas entre los partidos integrantes.

Como lo ilustran los mapas 1 y 2, estas dinámicas discordantes se tradujeron en una notable reconfiguración socio-territorial de los votantes tradicionales del PRI, en la desmovilización y el repliegue de los electores del PAN, en la erosión y la fractura de quienes habían votado por el PRD, y en la dispersión de los electorados neoaliancistas. La candidatura común de Delfina Gómez, en cambio, logró cohesionar a las militancias; su campaña se desarrolló desde un solo centro de decisión y consiguió la aceptación de los votantes de Morena, el PVEM y el PT, reflejándose en un voto mayoritario y en la expansión socio-territorial de sus electorados a lo largo y ancho del estado.

Como se observa, se produjo una profunda recomposición con respecto a la geografía electoral del periodo 1991-2018. En 2023, Delfina Gómez ganó en 95 municipios y arrasó con más de diez puntos de ventaja en 78 de ellos, distribuidos a lo largo y ancho de la entidad. Alejandra del Moral apenas consiguió una ventaja amplia en 10 de los 30 municipios que ganó, situados en el núcleo duro del corredor azul (Huixquilucan, Naucalpan, Atizapan y Metepec), en el Valle de Toluca, en el Oeste (Amanalco, Temascaltepec, San José del Rincón, Villa Victoria y Villa de Allende) y en Soyaniquilpan (en el Norte del estado).

Mapas 1 y 2: Las bases históricas del PRI, PAN y PRD (promedio de elecciones 1991-2018) y el margen de victoria de votos entre Delfina Gómez y Alejandra del Moral (gubernatura 2023)

En suma, la alternancia mexiquense de 2023 fue el producto de una coalición exitosa entre Morena, el Partido Verde y el PT, de una campaña unificada y prolongada que se centró en los simpatizantes de Morena y en los electores apartidistas. Con todo y sus peculiaridades, las elecciones pasadas en el Estado de México ilustran la volatilidad y la fragmentación crecientes de los partidos y de las bases socio-territoriales del voto, por lo que resultan útiles para reflexionar sobre los comicios venideros en otras entidades, y en el resto del país.

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