Pabellón del Vaticano de la Bienal de Venecia se exhibe en prisión femenina

Pabellón del Vaticano de la Bienal de Venecia se exhibe en prisión femenina


VENECIA, Italia (AP) — Un par de enormes pies desnudos, sucios, heridos y vulnerables, están pintados en la fachada de la capilla de la prisión de mujeres de Venecia.

Es obra del artista italiano Maurizio Cattelan y forma parte del pabellón del Vaticano en la muestra de arte contemporáneo de la Bienal de Venecia en una innovadora colaboración entre reclusas y artistas.

Que Cattelan sea el artista principal es sorprendente, dado que su provocativa estatua de cera de tamaño natural del Papa Juan Pablo II tumbado de lado, aplastado por un enorme meteorito, conmocionó a los católicos cuando se exhibió en la Bienal de 2001.

La nueva obra, titulada “Padre”, se considera un contrapunto temático a una pieza de performance que produjo para la Bienal de 1999 titulada “Madre”, durante la cual un asceta religioso fue enterrado bajo la arena, quedando a la vista sólo sus manos entrelazadas en oración.

El ministro de Cultura del Vaticano, el cardenal José Tolentino de Mendonça, elogió la obra, que dijo que recordaba los pies desnudos y sucios de los santos de Caravaggio, al tiempo que era muy simbólica del viaje detrás del pabellón de la Santa Sede, mostrando “el deseo de ensuciarse los pies, de mostrar que quien tiene pies tiene una carnalidad”.

Tolentino de Mendonça, prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, dijo que el Vaticano no quería rehuir a los artistas u obras que pudieran considerarse iconoclastas o críticos de instituciones como la Iglesia católica.

“El Papa Francisco nos llama al diálogo. El diálogo no es sólo con las personas que son espejos de nosotros mismos”, dijo a The Associated Press. “No buscamos artistas fáciles. Buscamos artistas de verdad. La obra de Cattelan es muy interesante desde el punto de vista religioso, porque hay algo iconoclasta en su obra, pero también en lo místico hay algo que se puede llamar iconoclasta, en el sentido de deconstruir la representación religiosa”.

El papa Francisco, que se reunió con más de 200 artistas en la Capilla Sixtina el año pasado, lo comprobó por sí mismo cuando visitó el pabellón el 28 de abril, reuniéndose con reclusas y artistas.

Cattelan, que deambuló por la obra previo a su inauguración, se negó a hablar de su contribución, pero dijo que los pies se reproducirían en una iglesia de Roma en el futuro.

La obra de arte de Cattelan puede ser vista por cualquiera que haga el viaje a la prisión de la isla de Giudecca. Aquellos que quieran ver las otras obras son guiados por reclusas a través de la prisión en cuatro recorridos diarios, sin bolsos o celulares, pues se quedan bajo llave.

El pabellón cierra los miércoles, y un máximo de 600 personas lo pueden visitar cada semana durante la Bienal que concluye el 26 de noviembre. La 60ª Exposición Internacional de Arte consta de 88 pabellones nacionales junto con una muestra principal supervisada este año por el brasileño Adriano Pedrosa.

En un recorrido reciente, tres reclusas vestidas con elegantes batas blancas y negras hechas por costureras de la prisión guiaron a periodistas a través de una instalación de Simone Fattal, quien transformó poemas de las prisioneras en pequeñas placas de cerámica colgadas a lo largo de un callejón de ladrillos.

El recorrido continua hasta una cafetería de la prisión decorada con carteles de la antigua monja católica Corita Kent y hacia una galería donde Claire Tabouret pintó imágenes a partir de fotografías proporcionadas por las reclusas de ellas mismas y sus seres queridos.

El dúo artístico conceptual conocido como Claire Fontaine colocó un ojo de neón atravesado por una barra en un pasillo al aire libre, y otro letrero de neón que dice: “Siamo con voi nella notte” (“Estamos con todos ustedes en la noche”).

El letrero está en un patio donde las reclusas pueden reunirse durante el día y proporciona un resplandor azulado y tranquilizador en las celdas por las noches.

“Cuando leemos este texto, nos da ánimo, porque hay alguien con nosotras día y noche”, dijo una reclusa llamada Manuela, quien al igual que otras prisioneras se negó a proporcionar su apellido. “Por la noche, vemos la luz azul, así que sabemos que está ahí”.

El recorrido termina con un cortometraje de 15 minutos del director italiano Marco Perego protagonizado por su esposa, la actriz Zoe Saldaña, quien interpreta a una reclusa en sus últimas horas antes de ser liberada, y se inspiró en prisioneras reales que aparecen en el filme. Para proteger su privacidad, la película sólo se puede ver dentro de la prisión.

“Lo que queríamos proporcionarles era un poco de visibilidad y agregar un poco de ligereza a través del arte, que es exactamente lo que logramos”, dijo Saldaña.

Su deseo de visibilidad se expresó en las cartas que las mujeres le daban a la pareja cada noche después de la filmación, y a través de solicitudes para posar con la pareja para fotos, que Saldaña dijo que imprimieron para regalárselas a las mujeres.

Chiara Parisi, directora del Centro Pompidou-Metz y una de las curadoras del pabellón, dijo que el proyecto creó una sinergia única entre artistas y reclusas que abrió líneas de empatía. Cuando el pabellón cierre al final de la Bienal, dijo que una capa de pintura probablemente cubriría el trabajo de Cattelan, mientras que las otras piezas encontrarán otros destinos; Dijo que esperaba que su legado más amplio fueran otras iniciativas similares.

“A través de este pabellón, esperamos demostrar verdaderamente el deseo de libertad, el trabajo para salir, de ser libre es algo esencial”, dijo Parisi a AP. “La detención es un momento en sus vidas, y los artistas lo dicen, ellos mismos lo dicen. Un momento, una fotografía, que no debe afectar lo que viene después, no debe perjudicar sus vidas futuras”.





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