Orenthal James Simpson, conocido como O.J., exjugador de futbol americano en la NFL y famoso por el caso del asesinato de su exesposa Nicole Brown y Ron Goldman en 1994, falleció el miércoles 10 de abril de abril tras una batalla contra el cáncer, confirmó su familia este jueves en un comunicado compartido en la cuenta oficial de X de Simpson.
En el mensaje, firmado por “La Familia Simpson”, destaca que falleció a los 76 años de edad “rodeado de sus hijos y nietos”.
Protagonista de lo que los medios estadounidense llamaron “el juicio del siglo”, Simpson evitó la cárcel cuando fue declarado inocente de la muerte a puñaladas en 1994 de Brown Simpson y Goldman.
Sin embargo, en 2008, cumplió nueve años en una prisión de Nevada tras ser declarado culpable de 12 cargos de robo a mano armada y secuestro a punta de pistola de dos comerciantes de recuerdos deportivos en un hotel de Las Vegas.
Apodado “The Juice”, Simpson fue uno de los mejores y más populares atletas de finales de los años 1960 y 1970. Superó una enfermedad infantil para convertirse en estrella de la Universidad del Sur de California y ganó el Trofeo Heisman como el mejor jugador universitario del deporte y que es uno de los premios más prestigiosos de todo el deporte estadounidense.
Después de una carrera estelar en la NFL con los Buffalo Bills y los San Francisco 49ers, fue incluido en el Salón de la Fama del deporte en Canton Ohio en 1985.
Simpson aprovechó su estrellato para desarrollar una carrera como comentarista deportivo, publicista y actor de Hollywood en películas como la saga “Naked Gun”.
Sin embargo su estatus de estrella cambió después de que su ex esposa y un amigo suyo fueran encontrados acuchillados en una grostesca escena frente a su casa de Los Ángeles el 12 de junio de 1994.
Simpson rápidamente surgió como sospechoso. Se le ordenó entregarse a la policía, pero cinco días después de los asesinatos, huyó en su Ford Bronco blanco con un ex compañero de equipo, portando su pasaporte y un disfraz. Una persecución a baja velocidad por el área de Los Ángeles terminó en la mansión de Simpson, para luego ser acusado de los asesinatos.
Lo que siguió fue uno de los juicios más notorios en los Estados Unidos del siglo XX y un circo mediático.
Lo tenía todo: una celebridad rica y acusada; un hombre negro acusado de matar a su ex esposa blanca por celos; una mujer asesinada tras divorciarse de un hombre que la había golpeado; un “equipo de ensueño” de abogados carismáticos; y una enorme metedura de pata por parte de los fiscales.
Simpson, quien al comienzo del caso se declaró “absolutamente 100% inocente”, saludó a los miembros del jurado y articuló las palabras “gracias” después de que el panel predominantemente negro de 10 mujeres y dos hombres lo absolviera el 3 de octubre de 1995.
Los fiscales argumentaron que Simpson mató a Nicole en un ataque de celos y presentaron extensas pruebas de sangre, cabello y fibras que lo vinculaban con los asesinatos. La defensa respondió que la celebridad acusada fue incriminada por policías blancos racistas.
El juicio paralizó a Estados Unidos. En la Casa Blanca, el presidente Bill Clinton salió de la Oficina Oval y vio el veredicto en la televisión de su secretaria. Muchos afroamericanos celebraron su absolución y vieron a Simpson como víctima de una policía intolerante. Muchos estadounidenses blancos quedaron consternados por su exoneración.
El equipo legal de Simpson incluía a los destacados abogados defensores criminales Johnnie Cochran, Alan Dershowitz y F. Lee Bailey, quienes a menudo superaban a la fiscalía.
Los fiscales cometieron un error memorable cuando ordenaron a Simpson que se probara un par de guantes manchados de sangre encontrados en la escena del crimen, confiando en que le quedarían perfectamente y demostrarían que él era el asesino.
En una demostración muy teatral, Simpson tuvo problemas para ponerse los guantes e indicó al jurado que no le quedaban bien.
Más tarde, Dershowitz calificó la decisión de la fiscalía de pedirle a Simpson que se probara los guantes como “el mayor error legal del siglo XX”.
“Lo que este veredicto nos dice es cómo la fama y el dinero pueden comprar la mejor defensa, pueden tomar un caso con evidencia física incriminatoria abrumadora y transformarlo en un caso plagado de dudas razonables”, dijo Peter Arenella, profesor de derecho de UCLA, al New York Times.
Posteriormente, las familias Goldman y Brown entablaron una demanda por muerte por negligencia contra Simpson en un tribunal civil. En 1997, un jurado predominantemente blanco en Santa Mónica, California, encontró a Simpson responsable de las dos muertes y le ordenó pagar 33,5 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios.
El 3 de octubre de 2008, 13 años después de su absolución en el juicio por asesinato, un jurado de Las Vegas lo declaró culpable de cargos que incluían secuestro y robo a mano armada.
Estos surgieron de un incidente ocurrido en 2007 en un hotel casino en el que Simpson y cinco hombres, al menos dos de ellos armados, robaron recuerdos deportivos por valor de miles de dólares de dos traficantes.
Simpson dijo que sólo estaba tratando de recuperar su propiedad pero fue sentenciado a hasta 33 años de prisión.
“No quería lastimar a nadie”, dijo Simpson, vestido con un mono azul de prisión y grilletes en piernas y muñecas, en su sentencia. “No sabía que estaba haciendo algo malo”.
Simpson salió en libertad condicional en 2017 y se mudó a una comunidad privada en Las Vegas. Se le concedió la libertad condicional anticipada en 2021 debido a su buen comportamiento a los 74 años.
La saga de su vida fue contada en el documental ganador del Oscar de 2016 “O.J.: Made in America”, así como en varias dramatizaciones televisivas.
(Con información de Reuters)