De Puebla se dice que su trazo se debe a los mismísimos ángeles, quienes en un sueño le dictaron al arquitecto principal de la ciudad las rutas que deberían seguir sus calles, la localización de sus parques e incluso su paisaje.
Algo de cierto debe tener la leyenda. Pocas ciudades muestran un panorama tan armónico y, al mismo tiempo, tan vibrante, que permite combinar el bullicio propio de una metrópoli importante con remansos de paz.
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Fue el Papa Juan Pablo II quien apodó a la Capilla del Rosario como el “relicario de América”. Y como todo buen relicario, el lujo de cada uno de sus rincones y centros de adoración deja cautivado a quien los visita.
No es necesaria una confesión religiosa para admirar, con respeto y verdadero asombro, lo que las manos de las personas han preparado para mostrar su cercanía con Dios. Y aquí hay cuatro muestras de ello.
Capilla del Rosario
Apabullante. Ese es el adjetivo que mejor describe la belleza de esta capilla, anexa al Templo de Santo Domingo, en el centro de la capital poblana, donde cada uno de los centímetros que la componen está sobrecargado de hermosura.
Ya en el siglo 17, fray Diego de Gorozpe la llamaba la Octava Maravilla del Mundo y no le faltaba razón. Se trata de la mejor muestra del periodo artístico conocido como Barroco mexicano y constituye una declaración intensa del terror al vacío, ese sentimiento que en la época llenaron con imágenes protectoras.
Seis grandes lienzos de José Rodríguez Carnero dedicados a la vida de la Virgen María, además de pequeñas y minuciosas decoraciones de ángeles, animales y santos se cuajan en la pequeña capilla, que deslumbra de tanto dorado.
De hecho, la mayor parte de las paredes, los techos y el altar están cubiertos con un material conocido como estuco sobredorado, creado en la época con una mezcla de clara de huevo, agua y oro de 24 kilates.
- Capilla del Rosario. Templo de Santo Domingo. 5 de mayo y 4 poniente, Puebla. Lunes a domingo, 7:30 a 14:00 y 16:00 a 20:00 horas. Entrada libre
Basílica Catedral de Puebla
Considerada un icono de la ciudad, la Basílica Catedral de Puebla se puede considerar como un reconocimiento eclesiástico a la importancia que tuvo la ciudad años después de su fundación, pues no se tenía pensado en una primera instancia colocarla en esta ciudad.
Su construcción inició en 1535, pero no fue sino hasta un siglo después cuando el obispo Juan de Palafox le dio el impulso necesario para concluir su construcción, la cual concluyó en 1649.
Para los amantes de la arquitectura, este espacio es único. Consta de una mezcla de estilos arquitectónicos, desde el herreriano en el exterior hasta el renacentista de sus fachadas, concluidas años después de su dedicación, o el barroco de sus altares e interiores.
El altar de los Reyes es imperdible por la dedicación de sus adornos, mientras que el cenotafio o tumba falsa de fray Juan de Palafox, quien falleció en España, donde descansan sus restos mortales, es un sitio que motiva cientos de interesantes charlas.
- Basílica Catedral de Puebla. 16 de septiembre y 3 Oriente, Centro Histórico. Lunes a sábado, 9:00 a 20:00 horas. Entrada libre.
Templo de San Francisco
Ubicado en lo que fueron alguna vez las orillas de la ciudad, a un costado del antiguo camino real a Veracruz, el convento habitado por la Orden Franciscana fue uno de los edificios más importantes de su época.
Construido en el siglo 16, muchos de sus espacios fueron dedicados al hospedaje de miembros de la orden religiosa, quienes partían de Tlaxcala para realizar sus obras de evangelización en el oriente del país.
En su interior se encuentran las reliquias de fray Sebastián de Aparicio, uno de los primeros beatos mexicanos. Pero lo que llama realmente la atención es la riqueza arquitectónica con la que cuenta, única en la ciudad y probablemente en el país.
Su portada está hecha como una estípite, es decir, es una oquedad en donde se puede apreciar el fino arte de cantera, ladrillado e imágenes realizadas con fina talavera poblana, la cual fue idea del artista José Buitrago.
- Boulevard 5 de mayo y 14 Oriente, San Francisco Analco. Lunes a domingo, 7:00 a 18:00 horas. Entrada libre
Templo de Puebla
Conocer cómo viven su fe confesiones religiosas a la personal puede no solo ayudarnos a entender a quienes habitan junto a nosotros, también se puede convertir en una experiencia estética increíble.
Conocidos por ser una comunidad muy unida y de características plenamente reconocibles, los miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días causan curiosidad por su ministerio, casi siempre hecho por jóvenes que viajan de dos en dos, vestidos de negro y blanco y tocando puertas.
Una oportunidad única se presenta en Puebla, donde podrás visitar uno de los 18 templos con los que cuenta la denominación religiosa en el país. Cabe destacar que, incluso si formaras parte de la iglesia, en condiciones normales necesitarías un permiso especial para visitarlo.
Sus espacios, llenos de paz y cuadros de Cristo, algunos de ellos creados por artistas locales, te acerca al concepto que tienen ellos de fe y religión. Uno de sus espacios imperdibles es la Sala del Cielo, donde puedes tomar unos minutos para meditar y, en silencio, buscar la reconexión con tu fe personal.
- Templo de Puebla de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. 15 de mayo 719, Los Cipreses. Lunes a domingo, 8:00 a 21:00 horas. Entrada libre hasta el 20 de abril.