Un sistema, un derecho, una política. Un nuevo dictamen de la Cámara de Diputados reconoce en la Ley General de Desarrollo Social (LGDS) el derecho al cuidado en condiciones de dignidad, calidad e igualdad, junto con otros derechos sociales, como la salud, la educación, la seguridad social, entre otros. La reforma a esta ley, que define los derechos sociales y prevé las dimensiones de la medición de la pobreza, establece contar con una Política Nacional de Cuidados como parte integral de la Política Nacional de Desarrollo Social. Además, prevé que la Política promueva la responsabilidad compartida entre las familias, el sector privado, la sociedad civil y el Estado, y señala los criterios bajo los cuales se llevará a cabo su evaluación. También incluye explícitamente al INEGI entre los organismos que integran la Comisión Intersecretarial de Desarrollo Social, lo cual abona a reconocer la importancia de la estadística y la contribución del conocimiento en el proceso de las políticas públicas. Esta reforma es parte del enfoque basado en derechos humanos e igualdad de oportunidades para la movilidad social que requerimos, ya que esto incrementa la probabilidad de que las declaraciones políticas, muy de moda en tiempos de contienda electoral, se conviertan en una realidad. Pero además es necesario que la agenda del cuidado se desarrolle con una plena representación de las mujeres y poblaciones con necesidades prioritarias de cuidado en las discusiones, diseño, monitoreo y evaluación del Sistema y de la Política.
Desde el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) entendemos al Sistema de Cuidados como un conjunto articulado y multipropósito de políticas, programas y acciones para el ejercicio del derecho al cuidado (dar, recibir y autocuidarse). Son multipropósito porque contribuyen simultáneamente a la movilidad social de quienes requieren y de quienes proveen cuidados, y porque el hecho de que las mujeres, niñas y adolescentes seamos las principales proveedoras de cuidados no implica que no seamos también sujetas de cuidados. La reforma aprobada establece que el trabajo de cuidados se refiere a todas las actividades que aseguran el sustento de la vida: el cuidado de los cuerpos, la educación y formación de las personas, el sostenimiento de vínculos sociales, el apoyo psicológico, el acompañamiento emocional a los integrantes de las familias y el mantenimiento de los espacios y bienes domésticos. De acuerdo con las investigaciones desarrolladas desde el CEEY, la probabilidad de que las mujeres que nacieron en la parte más baja de la escalera social superen la condición de pobreza se duplica cuando cuentan con servicios de cuidados y protección social.
El camino recorrido para llegar a esta reforma ha incluido el diálogo entre legisladoras, sociedad civil y organizaciones feministas, en el que se ha planteado la necesidad de tener un Estado de Bienestar Cuidador que iguale las oportunidades e impulse la movilidad social de las mujeres. En los últimos años el trabajo legislativo de este proceso se ha dado en la Cámara de Diputados con el acompañamiento técnico de agencias nacionales e internacionales. De entre los distintos actores de este esfuerzo, hay que reconocer el liderazgo de las colectivas y organizaciones de la sociedad civil, las cuales desde el principio y hasta ahora han sido las principales impulsoras en la construcción de un Sistema de Cuidados. Sin embargo, también hay actores públicos que no han estado a la altura. Por su visibilidad, entre ellos destaca la Cámara de Senadores, que desde 2020 nos debe la discusión de la reforma constitucional a los artículos 4 y 73, además de convocar a un parlamento abierto. También llama la atención el papel del gobierno federal que, en lugar de escalar ciertos programas con un enfoque de cuidados, los ha transformado en esquemas de transferencias sin perspectiva de género. Lo mismo el gobierno de la Ciudad de México, que, aunque cuenta con un Sistema de Cuidados constitucionalmente establecido desde hace años, no avanzó la agenda ni consolidó su papel como ejemplo a seguir, como sí lo ha hecho históricamente en otros temas progresistas.
En el marco de la campaña electoral, el tema de cuidados se ha convertido en uno ineludible. Celebramos que así sea. Sin embargo, para transformar el discurso en un Sistema de Cuidados, en primer lugar, requerimos que las distintas candidaturas se tomen el tiempo de entender a detalle el problema. A partir de ahí y con la seguridad de que identificarán la variedad de beneficios que acarrea una política de cuidados, lograremos que superen la idea inocua y común de crear un programa social etiquetado con el nombre de cuidados, que, en el peor de los casos, sea únicamente una transferencia monetaria. Con el fin de abonar a la discusión pública en el contexto de la campaña electoral, el CEEY presentará próximamente una nota de política pública al respecto.
** Directora de GENDERS e investigadora asociada externa del CEEY. X: @monicaeorozco