MADRID.– Al horror que muestran las imágenes del ataque indiscriminado de Hamás contra israelíes que dejó una estela de muertos y la toma de rehenes, y las que reflejan la desproporcionada respuesta de Israel, que ha infringido destrucción y muerte a gran escala en la población palestina de la Franja de Gaza, se suma el uso del discurso como una poderosa herramienta de guerra. La narrativa de guerra suele deshumanizar al enemigo, mostrar la peor cara de éste para justificar su exterminio.
Con el control de ese relato se busca preservar el apoyo internacional, excusar y normalizar actuaciones militares extremas que expertos de Naciones Unidas consideran posibles crímenes de guerra. Hasta la segunda semana de noviembre este conflicto armado había dejado del lado israelí 200 civiles muertos, miles de heridos y alrededor de 200 rehenes; y del lado palestino 11 mil 240 civiles muertos, de los cuales cuatro mil 630 eran niños. En este caso encaja de manera natural la frase de Esquilo, dramaturgo de la antigua Grecia: “Cuando llega la guerra, la primera víctima es la verdad”.
La expresión la repitió el senadorestadunidense Hiram Johnson, en 1917, durante la Primera Guerra Mundial. Dos décadas después la reinterpretó Winston Churchill, quien añadió: “En tiempos de guerra la verdad es tan preciosa, que debería ser protegida por un guardaespaldas de las mentiras”.