La premio nobel de la paz iraní Narges Mohammadi puso fin a la huelga de hambre que comenzó hace tres días después de que fuese examinada en un hospital, de acuerdo con un comunicado difundido este jueves por su familia.
“Tras ser transferida al hospital sin usar el obligatorio velo y regresar al pabellón femenino (de la prisión) puse fin a la huelga de hambre”, indicó Mohammadi en un comunicado difundido por su familia en la red social Instagram.
Las autoridades iraníes informaron ayer que la activista había sido trasladada a un hospital para ser sometida a pruebas pulmonares y cardíacas siguiendo “las regulaciones y protocolos”, después de que se le negase hace dos semanas la visita médica por no usar un velo.
Mohammadi, de 51 años y encarcelada en la prisión de Evin de Teherán, negó esa versión y aseguró que no se puso un hiyab.
“Fui al hospital desde prisión sin usar el obligatorio velo, con un abrigo y una falda con docenas de efectivos de las fuerzas de seguridad”, indicó la activista.
“Si la República Islámica considera que no usar el velo es acorde con las regulaciones y protocolos, entonces sin duda debería ser igual para todas las mujeres iraníes”, añadió.
Mohammadi relató que las autoridades desplegaron efectivos de las fuerzas de seguridad en la entrada del hospital, el estacionamiento, el elevador y el pasillo que conducía a la consulta del médico que la iba a examinar.
Durante la visita al hospital no se le permitió hablar con su abogado ni con su familia.
Mohammadi, quien sufrió un infarto de miocardio en 2022, inició una huelga de hambre el pasado lunes para protestar por la falta de cuidados médicos en prisión y el uso obligatorio del velo islámico, después de que se le negase ir a un hospital para someterse a una revisión porque se negó a usar un hiyab.
El Comité Nobel noruego concedió el mes pasado el prestigioso galardón a Mohammadi “por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y para promover los derechos humanos y la libertad para todos”.
Mohammadi cumple en estos momentos una pena de prisión de 10 años por “la difusión de propaganda contra el Estado” y lleva años entrando y saliendo de prisiones iraníes.
Su activismo le ha costado 13 detenciones, cinco condenas de 31 años de prisión en total y 154 latigazos.