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Hace unos días escribimos en este mismo espacio que Ricardo Monreal, Adán Augusto López, Sergio Gutiérrez Luna y Gerardo Fernández Noroña se están convirtiendo en los cuatro jinetes del apocalipsis para Claudia Sheinbaum.
Hoy, en el “análisis”, que es más bien una imposición y capricho para reelegir a la impresentable e incapaz Rosario Piedra Ibarra en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), estos 4 personajes siguen desafiando las decisiones de la presidenta de México.
En público y en privado, Sheinbaum ha mostrado su apoyo a la candidatura de Nashieli Ramírez Hernández, una mujer preparada, con gran especialización en los temas de derechos humanos, para encabezar un organismo que representa un papel de equilibrio para un gobierno que inicia y tan cuestionado por el clima de inseguridad y vulnerabilidad a nivel nacional.
Estos cuatro políticos disfrutan su pequeño coto de poder al sentirse dueños del Legislativo, sin embargo, en ese proceso, están cometiendo una serie de tropelías, algunas incluso superando el cinismo, manteniendo lo que consideran “la esencia” retórica heredada del obradorismo más terrible y dañino.
Aún cuando decenas de organizaciones de derechos humanos, especialistas, colaboradores y hasta simpatizantes de Morena se han manifestado en contra de Piedra Ibarra, de ser la candidata peor evaluada, de presentar ‘pruebas’ y ‘testigos’ falsos y de tener la sangre tan pesada que ni en la misma CNDH la soportan, ahora recurre a la vieja confiable de “hay una campaña en mi contra” y echa culpas a ‘adversarios’ y ‘opositores’ (¿les suenan los adjetivos?).
Arropada por 4 buitres de la política que ya confabulan para reelegirla, la señora Piedra da una muestra más de lo que ya se vislumbra como “hacer grupitos” entre ese movimiento.
En menos de un mes, estos cuatro pusieron a prueba a Sheinbaum, impulsando la “supremacía constitucional” y aprobando la rechazada Reforma Judicial. Hoy lo hacen con la CNDH y mañana lo harán con alguna otra ocurrencia legislativa.
A esto hay que agregar otro tipo de fichas que se están tirando en el tablero político, como el ocurrido el fin de semana pasado cuando el diputado federal Alfonso Ramírez Cuéllar dio a conocer el movimiento ‘Construyendo el Segundo Piso de la Transformación’, que, dice, es independiente a los partidos políticos y que tiene como objetivo impulsar las acciones e inversiones del gobierno de la presidenta Sheinbaum.
El legislador anunció que dicho proyecto busca crear ‘un ejército’ de personas que recorran todo el país para acercar los programas sociales y las inversiones en infraestructura que se tienen proyectadas a partir de 2025.
“Queremos levantar esta nueva fuerza en todo el territorio nacional, que tiene como único objetivo, un objetivo muy noble, sin pleitos ni problemas con absolutamente nadie, el único objetivo es construir el segundo piso de la transformación”, dijo.
Durante el evento se organizaron mesas de trabajo donde se abordaron temáticas como vivienda, agua, discriminación, violencia hacia mujeres, movilidad, transporte, mejoramiento de las vías de comunicación y situación laboral, entre otros.
En este espacio tan sospechosista, vemos este ‘noble objetivo’, como un ‘grupito’ más al que también tendrá que hacer frente la presidenta y su círculo cercano.
Hoy más que nunca, sus verdaderamente cercanos, deben tener los ojos muy abiertos para que el país no se les vaya de las manos.
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