(RFI).- Este es el tema que ha dividido profundamente a los israelíes durante décadas, pero más que nunca en medio de la guerra en Gaza. La ley que permite la extensión del servicio militar a los estudiantes de la Yeshivá, institutos talmúdicos, es cada vez más discutida, señala nuestro corresponsal en Jerusalén, Michel Paul .
En los suburbios de Tel Aviv, un grupo de jóvenes barbudos, vestidos con trajes negros, sombreros negros y camisas blancas, típico estilo ultraortodoxo, se reunieron frente a una oficina de reclutamiento del ejército, informa nuestro corresponsal en Israel, Sami Boukhelifa . Haïm tiene 18 años y en la mano un formulario de exención, “firmado por mi rabino y por el ejército”, explica el joven religioso. No se trata de ir al ejército. Su misión es estudiar religión:
“Les digo categóricamente: el ejército no logrará reclutar a un solo ultraortodoxo. Y el Estado tampoco puede obligarnos a hacerlo. Mi creencia es que el estudio de la Torá protege a Israel. Sin el estudio de la Torá, los soldados ni siquiera podrían existir. Protegeremos a los soldados mediante el poder del estudio de la Torá”, sentenció.
Unos metros más allá, Shalom, también un joven religioso, pero que se define como un ultraortodoxo moderno, tiene una posición menos clara: “Para acceder a alistarnos en el ejército, pedimos cosas simples: que la comida sea kosher (según nuestro criterio) y que no se mezclen hombres y mujeres. Si conseguimos todo esto podríamos ir al ejército, ya tengo muchos amigos ultraortodoxos que han estado en el ejército y espero que haya más, pero llevará años”.
“Tienen miedo de diluirse en la sociedad secular”
Lejos de los cuarteles, en Jerusalén, la investigadora Rivka Ben Chakhar, profesora del Sapir Academic College, ella misma de origen ultraortodoxo, aboga por el fin de la exención:
“El problema actual es que los ultraortodoxos quieren proteger a su comunidad. No temen morir en la guerra, pero sí temen diluirse en la sociedad secular. Porque el ejército no es un lugar propicio para la religión. Pero necesitamos soldados más que nunca.”
Originalmente, el primer jefe de gobierno de Israel, David Ben-Gurion, permitió que unas 400 personas ultraortodoxas estudiaran la Torá y los textos sagrados en lugar de servir en el ejército. En la actualidad hay decenas de miles de personas que se benefician de esta exención. De los 66,000 ultraortodoxos en edad de luchar, sólo 540 se han unido al ejército desde el 7 de octubre y el ataque de Hamás.
Existe un acuerdo general en que es necesario un cambio. La ley actual, prorrogada cuatro veces, expiró a la medianoche. Y, en principio, por tanto, a partir del 1 de abril, los jóvenes ultraortodoxos podrían verse obligados a realizar el servicio militar.
Inicialmente, el Tribunal Supremo israelí ordenó el cese de la financiación de las escuelas rabínicas y de las becas concedidas a sus estudiantes. Una situación que, en teoría, podría provocar la caída del actual gobierno israelí y provocar nuevas elecciones. Un escenario improbable, sin embargo. En el pasado, este tipo de crisis terminaron resolviéndose –a veces de manera inestable– y muchas veces en el último momento.